El muñeco psicópata favorito de todos regresa a las pantallas en una nueva versión. Muñeco diabólico (Child’s Play, Lars Klevberg, 2019) nos presenta a un nuevo Chucky acompañado de un montón de nuevas víctimas.
Voy a ser sincero: tenía sentimientos encontrados en lo que respecta a este remake. No por tratarse de un remake, ya que no tengo nada en contra del concepto en principio, sino por la forma en que se originó. El estudio MGM se encuentra en un momento económico complicado y, buscando aumentar sus beneficios, se ha dedicado a explotar las propiedades más populares de su catálogo a través del resucitado sello Orion. MGM tenía los derechos de la primera Muñeco diabólico (Child’s Play, Tom Holland, 1988), el resto de la saga pertenece a Universal, así que no se lo pensó demasiado a la hora de hacer una nueva Child’s Play para explotar su popularidad. Una maniobra hecha a espaldas de Don Mancini, creador y responsable de mantener la saga activa. Esta maniobra de MGM podía afectar a la franquicia original negativamente, justo ahora que se está preparando una serie de televisión. Y los remakes de películas contemporáneas hechos a espaldas de sus autores no suelen acabar bien. Para ver a lo que me refiero solo tenéis que comparar el fantástico remake Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, Alexandre Aja, 2006), hecho en colaboración con Wes Craven, y el pésimo remake Pesadilla en Elm Street. El origen (A Nightmare on Elm Street, Samuel Bayer, 2010), hecho sin la colaboración de Wes Craven (incluso intentaron que no apareciera acreditado como creador de la historia).
Por otro lado, entiendo que los cineastas implicados no tienen culpa de las motivaciones de los estudios y, como fan de Chucky, tenía curiosidad por ver una nueva encarnación del personaje. Solo esperaba que lo que sabía sobre la película no afectara negativamente mi percepción de la misma de forma injusta. Pero me alegra decir que la nueva Muñeco diabólico aprueba con buena nota. No saca un sobresaliente pero es un sólido notable.
La historia básicamente es la misma: el joven Andy Barclay, ahora interpretado por Gabriel Bateman, recibe de regalo un Buddi (un nuevo muñeco interactivo) de parte de su madre (interpretada por Aubrey Plaza) que parece más su hermana que su madre, como señalan un par de veces en la película. Chucky, como se autodenomina el muñeco, empieza a actuar de forma distinta de los otros Buddi, cosa que al principio hace gracia a Andy, aunque la diversión acaba cuando empiezan a acumularse los cadáveres. Lo que cambia en esta nueva versión es el origen de la personalidad de Chucky: ya no está poseído por el espíritu de un asesino sino que se trata de un chip de IA manipulado.
Esta premisa, en la que Chucky es un robot defectuoso asesino, ha sido ya utilizada muchas veces también con muñecos y juguetes, lo que le resta personalidad propia a Chucky. Irónicamente, en la forma que este remake desarrolla su historia, se acerca bastante a lo que fue el primer borrador que escribió Mancini de Child’s Play, cuando se llamaba Blood Buddy.
Pero a pesar de que en su inicio la nueva Muñeco diabólico no parece muy prometedora, va mejorando a medida que Chucky se va haciendo cada vez más psicópata. Añadiendo acertados momentos de comedia negra, el film va cogiendo fuerza hasta llegar al logrado clímax. El resultado final es un film entretenido y sangriento, particularmente divertido para los fans del género. Ni de lejos es tan buena como la original Muñeco diabólico pero es mucho mejor que Muñeco diabólico 3 (Child’s Play 3, Jack Bender, 1991) y La semilla de Chucky (Seed of Chucky, Don Mancini, 2004).
Una de las razones por las que la película acaba funcionando es por saber darle vida a Chucky. La combinación de animatrónicos con efectos digitales está muy lograda, el Chucky práctico resulta casi indistinguible del digital. Otro factor importante es el trabajo de Mark Hamill dándole voz a Chucky. Aunque el personaje, por lo menos para los fans, siempre estará asociado a la voz de Brad Dourif, Hamill hace un trabajo excelente en el contexto de esta película. No hay que olvidar que Hamill nos ofreció la interpretación definitiva del Joker animado.
Para mi propia sorpresa, disfruté bastante con la nueva Muñeco diabólico. También es difícil estar en contra de una película que hace un guiño a la genial Payasos asesinos desde el espacio exterior (Killer Klowns from Outer Space, Stephen Chiodo, 1988). Espero que la disfrutéis de la misma manera.