He aquí una película que es puro rock and roll: rápida, ruidosa y muy divertida. Nekrotronic (Kiah Roache-Turner, 2018) es un producto ideal para la temporada veraniega que nos llega en un momento en que necesitamos este tipo película más que otros veranos.
Su sinopsis es bastante más complicada de escribir que de ver: Finnegan (Monica Bellucci) ha conseguido una manera de invocar demonios a través de internet utilizando una popular app que también le sirve para absorber almas. Los necromantes son un grupo de guerreros que se dedican a cazar demonios, siendo Finnegan unos de sus principales objetivos. Sin embargo, los necromantes no están pasando por el mejor momento: están cayendo como moscas. Luther (David Wenham) y sus hijas Molly (Carolina Ford) y Torquel (Tess Haubrich), al parecer los últimos que quedan en la ciudad, dan con Howard North (Ben O’Toole), la última esperanza de la humanidad que desconoce por completo su linaje necromántico. Junto a su amigo Rangi (Epine Bob Savea), Howard se ve abocado a una demencial y sangrienta batalla por las almas de la humanidad.
Hoy día podemos encontrarnos muchas películas que son entretenidos homenajes al cine de serie B, la exploitation y el cine de los 80. Por otro lado, también podemos encontrarnos películas que son entretenidos homenajes al cine de serie B, la exploitation y el cine de los 80 que, además, son australianas. Australia es el país que le dio al mundo Campo de exterminio (Dead End Drive-In, Brian Trenchard-Smith, 1986), Aullidos III (Howling III: The Marsupials, Philippe Mora, 1987) y Mad Max – Salvajes de autopista (Mad Max, George Miller, 1979). No sé si es el agua o que están en la otra punta del mundo, pero los australianos tienen una habilidad innata para producir dementes, energéticas y muy entretenidas películas de género. Nekrotronic es un perfecto ejemplo de esta habilidad, un divertido cóctel que mezcla fantasía y acción con unos toques de terror y cyberpunk ochentero. Un cóctel que funciona gracias a su endiablado ritmo y a su tono. Sabe equilibrar la comedia con los momentos más serios, sin guiñar el ojo al espectador ni caer en la parodia, algo en lo que es fundamental el trabajo del reparto, que mantiene la credibilidad de la demente historia. Que los personajes crean en lo que está pasando contribuye a que funcione la comedia cuando debe. Por supuesto, si ya habéis visto la anterior película de los hermanos Kiah y Tristan Roache-Turner Wyrmwood: La carretera de los muertos (Wyrmwood, Kiah Roache-Turner, 2014), esto no os sorprenderá, ya que también es un film que mezcla distintos géneros de forma muy efectiva.
Teniendo en cuenta el presupuesto, los efectos especiales están muy logrados. Los demonios están creados de forma práctica, equilibrando su uso con efectos digitales utilizados principalmente para las armas. Claro, el uso de los efectos prácticos también va en línea del homenaje al cine de los 80, al que no le falta ciertos toques de sátira social dirigida al abuso de las redes sociales y los móviles.
Como decía al principio, Nekrotronic va dirigido a un público muy específico y si habéis llegado hasta aquí ya tendréis una idea bastante aproximada de si este es vuestro tipo de película. Para este crítico el film ha sido un divertido y agitado viaje, una película ideal para estos tiempos pandémicos en que necesitamos el escapismo que solo puede darnos el cine más que nunca.