Noé (Noah, 2014) es un film de Darren Aronofsky de principio a fin. El cineasta aplica su estilo melodramático extremo (en las películas de Aronofsky un personaje no está simplemente triste sino hundido en un pozo de desesperación) para crear un impresionante film de temática religiosa y ecologista.
Aronofsky y Ari Handel, que escribió el guion junto al director, se basan en textos de la tradición hebrea y cristiana, pero también se inspiran en textos apócrifos para ofrecer al espectador un film épico, visualmente brillante, cuyo mensaje original, la maldad del hombre obliga al Creador a hacer borrón y cuenta nueva, es cubierto de una pátina de conciencia medioambiental. El pecado del hombre es contaminar la tierra y destrozar la naturaleza, así que solo los inocentes, los que viven en armonía con la Creación, serán salvados (algo que J. R. R. Tolkien recicló en El señor de los anillos, que también tiene un componente que hoy día puede ser interpretado como ecológico). Los inocentes son, en concreto, la familia de Noé (Russell Crowe).
Es también un film sobre la obsesión y el sacrificio. Noé sufre al cumplir la palabra de Dios pero su determinación no afloja, aunque eso le ponga en contra a su familia y le cueste su cordura. En este sentido, Noé encaja a la perfección con los personajes que normalmente retrata Aronofsky en su cine. Esta épica se ve beneficiada de un estupendo reparto encabezado por Crowe, que resulta especialmente brillante en la fase “locura fanática” de Noé, seguido de la siempre efectiva Jennifer Connelly como Naameh, Ray Winston como el malvado Tubal Caín, Emma Watson como Ila y el gran Anthony Hopkins como Matusalén.
Vista hoy día, Noé evidencia hasta que punto, independientemente de las creencias o la ausencia de estas que uno tenga, la mitología hebrea y cristiana, apoyándose en diversas mitologías anteriores como la griega y la egipcia, ha sido muy influyente en la narrativa superheroíca, de forma consciente o inconsciente. Los superhéroes son la mitología del siglo XXI, así que resulta inevitable que al contemplar la odisea que vive Noé y su familia, ver ecos del actual cine de superhéroes.
Noé es un film épico brillante, cuya duración (138 minutos) no se nota. La narración no se detiene en ningún momento pero tampoco resulta un film agotador. En su país de origen, donde hay grupos religiosos extremistas que interpretan la Biblia de forma literal, ha despertado las típicas protestas habituales en los más fanáticos religiosos. También es posible que haya espectadores que no sientan interés en ver un film “religioso” al interpretar que será un film conservador o un sermón de dos horas. Pero como espectador ateo, me ha parecido una película fantástica, poesía filmada abierta a interpretación como todo lo que se origina en la mitología, que recomiendo como gran espectáculo cinematográfico.
Estreno en las salas españolas el 4 de abril.