Cuando publicamos en Underbrain un artículo sobre la saga Saw, ya mencionábamos que se preparaba una nueva entrega. Pues ya la tenemos aquí, Saw VIII (Jigsaw, Michael y Peter Spierig, 2017) marca el regreso de Jigsaw, el asesino apasionado de los juegos y el Bricomanía.
Diez años después de la muerte de John Kramer (Tobin Bell), alias Jigsaw, empiezan a aparecer cadáveres que parecen ser obra de este asesino. Pero, ¿cómo es posible si Kramer está muerto? ¿Está realmente muerto? Es lo que tendrán que averiguar los agentes encargados del caso antes de que el juego llegue a su fin. Este es el argumento de Saw VIII, que indica la intención de los productores de empezar una nueva historia dentro de la continuidad de la serie.
Aunque en España los distribuidores han decidido titular el film Saw VIII, que esta entrega quiere empezar de cero queda más claro con su título original: Jigsaw. No solo eso, el título con que se dio a conocer esta nueva entrega era Saw: Legacy, así que su intención de hacer esta entrega más accesible se hace más evidente con el cambio de título. Es un film más o menos independiente, ya que tiene en cuenta la biografía de John Kramer pero la historia es nueva.
Como ya señaló el crítico Evan Saathoff en un artículo sobre la saga publicado en BMD, la complicada continuidad narrativa de la saga Saw hace que se disfrute realmente en maratón, sin esperar un año a la resolución de algún enigma y con los sucesos frescos en la cabeza. Por supuesto, la cada vez más complicada narrativa hizo que poco a poco la saga fuera perdiendo espectadores. En esta nueva entrega, como ya hemos dicho, se empieza de cero. Por ello, si no se ha visto ninguna película de la franquicia se puede seguir de principio a fin, ya que simplemente se hace referencia a John Kramer, el resto de personajes son todos nuevos.
Los personajes son nuevos, pero la narrativa desde luego no. Saw VIII es una típica entrega de la serie (trampas intercaladas con la investigación), pero sin presentar ninguna innovación. Es muy rutinaria. Pero lo peor es que, si se han visto las anteriores entregas de la saga, resulta muy, muy predecible. Especialmente el “sorprendente” giro final, ya que utiliza un recurso ya utilizado en una anterior secuela (no especificaré más, pero si sois seguidores lo adivinaréis rápidamente). Otro problema que tiene esta nueva entrega es el mismo que tenían anteriores entregas de la saga: los “buenos” no son carismáticos ni interesantes, además de que tampoco se da ningún motivo por el que el espectador deba implicarse en los juegos ni sufrir por las víctimas.
En definitiva, es un film que resulta más efectivo cuanto menos sabes de la saga Saw. Los fans que esperaban un regreso a lo grande puede que se sientan algo decepcionados. Aunque tampoco quiero ser demasiado duro, ya que el film resulta entretenido, si bien no ofrece la experiencia visceral que puede ser una buena entrega de la saga.
Seguramente esta nueva secuela tenga la misma suerte a la hora de iniciar una nueva narrativa que tuvo Scream 4 (Wes Craven, 2011) a la hora de crear una nueva trilogía. Recomiendo esta película solo a los completistas que necesiten ver todas las entregas de una saga que les gusta.
