Las actrices Anya Taylor-Joy y Thomasin McKenzie encabezan la primera película de terror psicológico de Edgar Wright, un nuevo giro en la trayectoria del director británico que ha demostrado entender la comedia con su popular trilogía del Cornetto, también fue el responsable de adaptar el cómic Scott Pilgrim de Bryan Lee O’Malley a la gran pantalla, sin olvidarnos de su última película, hasta ahora, la muy recomendable Baby Driver (2017) que gira en torno a los robos y el ritmo de la música.
En Última noche en el Soho (Last night in Soho, 2021) la trama nos presenta a Ellie (Thomasin McKenzie, a la que podemos recordar de Jojo Rabbit [Taika Waititi, 2019] o Tiempo [Old, M. Night Shyamalan, 2021]) una joven, que nunca conoció a su padre y años atrás su madre con problemas mentales se suicidó, va a mudarse sola del campo a Londres para estudiar Moda. Allá se enfrentará por primera vez a la presión social, el bullying escolar, y el estrés urbano de una gran ciudad. De forma paralela comenzaremos a conocer la vida de Sandie (que interpreta Anya Taylor-Joy de la mini-serie Gambito de Dama, Morgan [Luke Scott, 2016] o La bruja [The VVitch, Robert Eggers, 2015]) una cantante que busca triunfar en la década de los 60 en la propia Londres cuando conoce a Jack (Matt Smith, el onceavo Doctor Who) y parece complicarse todo.
Edgar Wright firma su película más extraña, que ya es decir, esta arranca con un argumento «típico» de tv-movie de sobremesa que va enredándose a unos niveles donde no podremos imaginar hacia donde quiere ir, lo cuál es más que interesante. Pero de pronto, pisa el acelerador para terminar rematando la trama en un despliegue audiovisual en el que nos ofrece varios jumping scares que no por ser esperados son menos terroríficos. Además de emplear unos recursos para el terror que me han parecido originales, en otros momentos, simplemente demasiado digitales.
Centrándonos en las protagonistas, tenemos a una espectacular Thomasin McKenzie afrontando un papel principal prácticamente absoluto a la que seguiremos emocionalmente de principio a fin, veremos y sentiremos lo que ella viva en esta nueva etapa londinense, sin medias tintas. En contrapartida, Anya Taylor-Joy que deslumbra en cada una de sus apariciones, su estado de gracia es notable, y tratandose de un personaje que entraña toda la fascinación de Ellie y la nuestra, lo tiene todo ganado. Sin olvidar que es su rol el que nos traerá de cabeza con su carga dramática y misteriosa.
Otra gran protagonista de Última noche en el Soho es la música, con una selección de temas originales de los 60 para la banda sonora en la que suenan desde Heatwave de The Who a Downtown de Petula Clark, varias de Cilla Black o Eloise de Barry Ryan. Incluso hay espacio para escuchar a la actriz Anya Taylor-Joy cantar versionando algunos de estos temas. Si la película ya supone un viaje, la banda sonora termina por completar esta experiencia de forma gratificante.
Sin ser la mejor película del director es todo un disfrute con un acercamiento al género y una trama que reclama toda nuestra atención clavándonos en la butaca deseando que no acabe nunca.
Esta película va a traer de cabeza a muchos y creo que es momento de decir unas cuantas reflexiones en voz alta a continuación por lo que te recomiendo solo seguir leyendo tras haberla visto, de lo contrario pueden suponer unos grandes spoilers que pueden estropearte la experiencia de verla con toda su intriga.
Comenzaremos por lo más evidente, el discurso que el guion quiere impregnar a toda la trama al final ¿no queda desdibujado o suena contradictorio habiendo vivido lo que ha vivido Ellie hasta el momento de su revelación? Encuentro que sí, que esa comprensión repentina de Ellie y esa redención de Sandie es como demasiado impuesto y/o agendado.
Otro punto de la película es cómo la trama juega sus cartas para despistarnos haciendo uso de una posible esquizofrenia y/o bipolaridad de la protagonista que termina en aguas de borrajas al ser este otro efecto más fantástico. Cabe decir que si te gustó toda esta parte de Última noche en el Soho no dejes de ver o revisitar la obra maestra Perfect Blue (パーフェクトブル, 1997) de Satoshi Kon, de la que la oscarizada Cisne negro (Black Swan, Darren Aronofsky, 2010) le debe mucho.
Finalmente tenemos esas siluetas que atormentan a Ellie con un abuso del digital me ha recordado, lamentablemente, a los empleados en la serie, también británica, Truth Seekers (Nick Frost y Simon Pegg, 2020) que jugaba entre el terror y la comedia.
Y si tú también te has quedado prendado de la banda sonora, aquí puedes escuchar los temas musicales de Última noche en el Soho en Spotify.