A mediados de los 70 en Canadá un par de jóvenes deciden escapar de su pueblo para ir a la costa a vivir una nueva vida. Kit (Dylan Authors) va al reencuentro con su madre donde espera poder ser más libre que en casa de su padre y abuela; por otro lado tenemos a Alice (Julia Sarah Stone), que enamorada de su compañero, le acompaña en este viaje con la creencia de que solo será un par de días antes de regresar.
La trama tiene un punto de comedia al fijar la conciencia de Kit con el artista Andy Warhol (Rhys Bevan-John), que va apareciendo siempre a su lado para darle la respuesta que nunca quiere escuchar.
Rodada en blanco y negro, Weirdos (Bruce McDonald, 2016), es una película simpática y naïf que explora esos anhelos juveniles de comerse el mundo, aunque no termina de explotar ni de ser salvaje, tan solo es una lección para estos adolescentes que parece que nunca han cometido una travesura. Además de que en realidad todo se centra en la vida de Kit, motor de esta escapada, dejando casi a un lado la relación de ambos, que se percibe con problemas desde el principio.
No se trata de un Submarine (Richard Ayoade, 2010), divertida, sorprendente, o de Yo, él y Raquel (Alfonso Gomez-Rejon, 2015), más dramática y romántica, Weirdos hace épica una escapada de «fin de semana» de una pareja con mucho que aprender, no se comportan como adultos aunque así lo pretendan.
Una apuesta sugerente, entretenida pero no creo que sea nada trascendental.
Estrenada en el Americana Festival de cine independiente norteamericano 2018.