Daria Bogdanska debuta con esta novela gráfica en la que narra su propia experiencia como inmigrante y trabajadora indocumentada en Suecia. Esclavos del trabajo es, además, la lucha sindical por los derechos de los trabajadores, la soledad y dificultad de vivir en un país con otro idioma al tuyo, las relaciones a distancia y una muestra de la pobreza y rebeldía de las nuevas generaciones.
El cómic comienza con Daria llegando a Suecia, viaja sola aunque tiene a un conocido ahí. Está en un país que no es el suyo, ella nació en Polonia, pero nada le impide iniciar una nueva vida: se ha apuntado en una escuela de cómic, busca una habitación, realiza sus primeras compras alimentarias e inicia la búsqueda online de trabajo que pueda compatibilizar con las clases.
Tiene un arranque enérgico, las ilusiones de Daria son contagiosas y sus problemas pueden ser hasta familiares pero enseguida la cruda realidad y la rutina le golpea fuerte. La relación a distancia no parece ser suficiente apoyo, los dos trabajos de mierda y las clases no le dejan tiempo para nada más. Un día conoce a un chico que le devuelve las ganas de reír a pesar de que no todo es un camino de rosas.
Finalmente, harta de la situación laboral de sus compañeros y la suya propia, Daria descubre que el jefe tiene a todos los trabajadores sin contrato y además les paga diferentes salarios en función de si son suecos o de otros países, como es su caso, comienza a investigar como reclamar justicia hasta que conoce una periodista que pasó por el mismo maltrago con el mismo jefe por lo que termina afiliándose en un sindicato de trabajadores sin papeles.
Esclavos del trabajo es un cómic autobiográfico, sí, pero es también la crónica de una trabajadora explotada y las injusticias de un sistema clasista y capitalista. Un país con tan buena prensa como Suecia también descubrimos que tiene su otra cara mala.
El dibujo de Daria Bodganska es limpio, sin medios tonos, blanco y negro puro, con un trazo irregular (a causa del pincel del entintado) dota de más frescura a sus páginas consiguiendo una comunicación directa entre ella y el lector. Esclavos del trabajo es una gran obra que engancha rápido, que al rato transmite desidia para, finalmente, terminar por todo lo alto con luchas reivindicativas y nuevos sueños por cumplir. De este modo lo sentimos tal y como su protagonista lo vive.