En uno de los artículos incluidos en Hablemos de langostas, David Foster Wallace habla sobre lo divertida que es la obra de Franz Kafka, un hecho que siempre pasa desapercibido por la llamada crítica seria. No es el caso de Peter Kuper, que adapta catorce relatos de Kafka al cómic en Kafkiana, editada por Sexto Piso, presentados al lector con toda su angustia, su paranoia y, sobretodo, su humor negro intactos.
Kuper, que ya había adaptado al cómic La metamorfosis, detalla en la introducción de Kafkiana sus influencias artísticas a la hora de trasladar la obra de Kafka al noveno arte. Artistas, como Otto Dix, que eran contemporáneos de Kafka, para que cada historia tenga el aspecto que tendría si hubiera sido adaptada a principios del siglo XX. Pero Kuper también introduce elementos modernos que contribuyen a enfatizar la modernidad de los relatos de Kafka, su universalidad y su relevancia actual. Esta mezcla de clásico y moderno también se hace patente en una organización de página al dictado del tono del relato. Cada relato tiene su propio estilo de dibujo.
Manteniéndose fiel al espíritu en que fueron creados, los cuentos siguen funcionando como un espejo de la sociedad. La mencionada introducción de elementos modernos simplemente lo enfatiza. En Ante la ley, relato que también fue adaptado a modo de prólogo en el clásico de Orson Welles El proceso (The Trial, 1962) basado en la novela de Kafka, Kuper cambia la raza del personaje principal: ahora su sufrido protagonista es un hombre negro en lugar de un hombre blanco. Este cambio contribuye a añadir una nueva capa de significado al relato, no imaginada por Kafka, que lo enriquece. Además de que hace aún más evidente su significado original. Otro ejemplo de esta forma de hacer lo encontramos en La madriguera. Kuper rodea de modernos artefactos la secreta madriguera del topo protagonista. Un detalle visual que sirve para que el lector relacione más directamente la paranoia y la angustia del relato original con nuestra paranoica y angustiada sociedad, más preocupada por la seguridad que por la libertad.
Kafkiana nos recuerda que, aunque han pasado en algunos casos más de cien años desde que se escribieron estos relatos, aunque hemos avanzado mucho tecnológicamente, nuestras miserias siguen siendo las mismas. Unas miserias que eran tan desesperantes y tristemente divertidas entonces como ahora.