Entrevistas

Sergio Mora

Él es pintor, ilustrador, dibujante de cómics, … ha trabajado para grandes marcas, artistas musicales, editoriales y estudios de arquitectura, ha publicado libros, cuentos infantiles y cómics. Sergio Mora (Barcelona, 1975) acaba de publicar Moraland, un fantástico libro que recoge una selección de trabajos producidos en los últimos quince años.

Sergio Mora

Magicomora, que es su nombre artístico, no se detiene y esta publicación no es necesariamente un punto de inflexión en su trabajo pero sí una gran bandera para avistarle y nos perdernos ni una de sus obras de su extensa y variada producción. Charlamos con el artista en la sede de Norma Editorial acerca de la publicación, de sus orígenes, de cómo afronta los nuevos proyectos y más.

¿Qué es Moraland?
Es un libro que recopila mi trabajo de los últimos quince años, bueno, una selección amplia porque alguno de ellos se han quedado por el camino.

¿Cómo fueron tus inicios? ¿alguna influencia a destacar?
De pequeño todos dibujamos … pues yo, cómo no me gustaba el deporte pues me metí más en la cosa del dibujo y con nueve años recuerdo que como veían que me gustaba dibujar me regalaron un maletín de óleos. Empecé a pintar óleos desde muy pequeñito con lo cual esto, lo llevo ya un poco como de serie. Un poco es definitorio que los sábados por la mañana me quedaba en casa, mis padres trabajaban, entonces me pasaba toda la mañana con la tele encendida con el programa
de «La bola de cristal» (que nos marcó mucho a los de mi generación). Tenía por ahí cómics de mortadelo y libros de arte. Un poco como que soy el resultado de eso… soy el zumo de esa mezcla, por decirlo de alguna forma.

¿Cuándo y por qué comenzaste a estudiar artes gráficas?
Yo me metí en la Llotja (escuela de arte) por pereza… Me explico. No es una cuestión de dejar mal a la Llotja si no que cuando estaba estudiando BUP, veía a la gente de COU con unas caras de amargados que no veas. Porque tenían que hacer la selectividad, los veías muy agobiados y yo quería ser feliz. Entonces descubrí que en Llotja te podías apuntar y estudiar arte sin necesidad de hacer selectividad, ni COU, ni nada. Pues mira, si me puedo saltar esto… entonces me apunté a la Llotja. Aparte para mí fue una revolución porque de repente suponía ir a la calle Avinyó cada día, pasar por Las Ramblas… Tenía 18-19 años, ir cada día al centro de Barcelona, a Las Ramblas, pues me lo pasaba…. de puta madre, vamos.

¿Cómo fue tu arranque profesional tras acabar los estudios?
En aquella época, tenemos que pensar que era el siglo pasado y no había internet, ni instagram, … entonces lo que hacía era montar exposiciones en bares con colegas, hacíamos fanzines y luego pues te ibas como haciendo tu portafolio. Luego tenías que pasear por tu ciudad llamando a puertas con un portafolio gigante porque no existía esto de, te mando un mail aunque estés en Japón. Por entonces tenías acceso a lo que tenías cerca porque tampoco tenía el dinero para irte a Madrid o irte a Nueva York a buscar trabajo. Pues iba con mi trabajo y me pasaba que en aquella época las editoriales me decían «no, no, lo tuyo es muy artístico, es muy raro» ya que por entonces la ilustración era como muy funcional tampoco había muchos ámbitos en los que se pudiera ilustrar y el tema estaba muy cerrado. Era hacer un libro infantil, prensa o algo de publicidad pero muy poquito. No es como ahora que todo está ilustrado, entonces me decían «vale, ya te llamaremos» como que este es un raro…

Pues voy a las galerías a probar, como pintaba, pues a ver si como pintor… y me decían: «Uy, estos son dibujitos, esto es de ilustradores, de dibujantes…» Entonces como que me costó mucho porque no encontraba mi contexto. Visto con la distancia quizá cueste de entender porque como que ahora está muy normalizado pero en aquel momento era muy difícil manejarse en este territorio que te podías cambiar de la pintura a la ilustración. No existía ese terreno.

¿Cuál fue el momento que supiste que lo habías conseguido, soy un artista profesional?
No sé si fue un momento concreto pero como hay tres cosas que sí que creo que fueron un antes y un después a la hora de decir… bueno, ya engancho y ves como van saliendo cosas y más o menos me mantengo. Uno de los primeros proyectos fue un trabajo para la «once», se trataba de ilustrar el aniversario del Quijote. Entonces hicieron una campaña nacional, como un concurso que celebraba «once» cada año, centrado en la figura de Quijote y fue como una campaña grande y entonces se vio en todos los colegios de España y tuve una visibilidad importante. En aquel mismo año, o muy cercano, también me salió ilustrar el disco de Marc Parrot, un disco que se llamaba «Dos maletas», y eso también me dio mucha visibilidad y que ahí que mucha gente conociera mi trabajo. Y al poco tiempo también hice mi primera exposición en la galería iguapop. Pienso como que estos años (2003, 2004…) fue lo que dio el pistoletazo de salida y cuando empecé a poder decir que «me estaba ganando la vida con esto». Hasta entonces había ido trampeando, malviviendo, intentándolo pero pero ahí como que ya empezó a ponerse en marcha un poco el tema.

¿De dónde vino tu interés por la iconografía del folclore español que has incluido como identidad dentro de tu exposición Typical Spanglish?
Pues de alguna forma siempre había formado parte de mí, mi padre era valenciano, mi madre era charcutera, por ejemplo aparecen jamones, paellas en mi iconografía pero también en un momento dado sí que pasó una cosa como que fue un poco el detonante. Hice la serie «Typical spanglish» en el año 2010. Pues un par de años antes pasó una cosa como que me cabreó y fue un poco detonante de esta serie. Mi madre tenía una charcutería y en un momento dado recibió una denuncia, como una especie de amenaza de multa, de ¿por qué no tenía los rótulos de su charcutería en catalán? Todo eso me provocó una reacción porque pensé «a ver qué pasa, como que todo el español es sacrilegio en Barcelona» entonces quise hacer una celebración. Qué pasa, que a la vez en España tiene un folclore muy rico, que tiene un potencial a nivel simbólico y a nivel plástico brutal. Que además hay mucha tradición dentro del arte y qué pasa, yo hacía la reflexión «al final la cultura popular es el pop, pero también es el folklore. el folk y el pop al final es lo mismo. El folk es cultura popular». Entonces lo que hice en esa serie fue jugar un poco el entorno de los tópicos de todo este folclore de aquí con todas las influencias que me llegan a mí y que hacen mi identidad. Porque tu identidad no es sólo del lugar donde te toca nacer sino de todas las influencias que te llegan. De repente, ese pop o folclore está mezclado con toda la cultura del rock and roll, las pin-up, cosas que a mí me están influenciando de cualquier lado que no dependen de una nacionalidad. Entonces era el espíritu de esta exposición hacer algo festivo y abierto como tirando paredes más que levantando muros.

Has recibido encargos de grandes artistas musicales o estudios de arquitectura ¿estos proyectos te provocan miedos e inseguridades, o al contrario, los retos te motivan?
Los retos me motivan y a la vez te surgen miedos e inseguridades pero la motivación es precisamente superar esos miedos e inseguridades porque eso es lo que te hace aprender y crecer. Porque si ya lo has hecho ya se convierte en algo como más mecánico y cuando tienes algo como demasiado controlado pues te puedes poner en plan ahí, cómo esto lo controlo lo hago sin mirar y bueno pues si lo hace sin mirar qué aburrimiento ¿no? porque mejor hacer algo como que te suponga más un reto y puedas aprender. Al final lo más bonito es aprender y sentir eso, decir he aprendido algo con este trabajo me he dado un paso. Al final cuando controlas mucho algo caminas pero es como estar en un andador de estos que va pasando el suelo para atrás y sin avanzar.

¿Te has sentido alguna vez esclavo de tu propio estilo?
No me siento esclavo de mi estilo porque desde mi percepción… cambio. A veces me preocupa que igual esto que estoy haciendo es demasiado raro y la gente no lo va a asociar conmigo… luego desde fuera las cosas se perciben de otra manera. Me dicen «yo veo algo tuyo, y sé que es tuyo».

Pero siempre tengo la sensación de que voy cambiando y por lo tanto no me siento esclavo porque siempre me hago como puertas de salida cuando empiezo a sentir repetición, me hago un contrapunto por ahí que me rompa los esquemas… Me voy rompiendo yo las cadenas de vez en cuando.

¿Y cuando te piden que hagas algo igual que un trabajo anterior?
Me pasó con Santi Balmes (Love of Lesbian) que me trajo como la propuesta de retomar un lenguaje de un cuadro que había hecho en el 2004 pero qué pasa, que a mí ese cuadro me encanta y no me lo tomo como una obligación. Me lo tomo como un reto y como un premio. Es decir… Hostia, catorce años después de haber pintado esto ¿qué pasa si vuelvo a recuperar ese espíritu con lo que ahora sé? y de repente, claro, cogí eso… porque Santi me decía, puedo usar este tal cual. Hombre, para mí hubiese sido más fácil, úsala y punto. Pero le dije «No, hombre, vamos a mejorarlo ¿no?» Después este trabajo me ha traído una de las alegrías más gordas, que me dieron un Grammy.

¿Cómo lidias con las redes sociales, cuán importante es para ti en tu día a día a nivel profesional?
Recuerdo que tenía un archivo en el ordenador que era «currículum» y cada vez que iba haciendo algo pues lo iba apuntando. Lo actualizaba para tener una constancia de los trabajos que había hecho entonces. Ahora en lugar de ir a ese archivo y apuntarlo pues pongo la foto en instagram y ya, me queda ahí un poco el recuerdo de los trabajos que he ido haciendo. Yo me lo tomo como muestrario, no suelo poner cosas personales (a veces en historias alguna frikada) pero en general me lo tomo como «he hecho esto, se presenta, pam». Es cómo los uso.

¿Cómo es la elección de tu siguiente trabajo?
Pues a veces van apareciendo encargos y claro, ahora ya me toca ir diciendo que no a cosas porque es un momento dulce que de repente te llaman para cosas y luego no sabes igual si podrás hacerlo. En un momento se te juntan un montón de cosas que te gustaría hacer todas y no puedes… luego afloja la cosa de repente y no te llama nadie en otras épocas… Entonces elijo en función de simplemente de lo que más me apetece y luego, por otro lado, aunque siempre estén entrándome proyectos de fuera tengo mis propios proyectos y voy como con jugando entre uno y otro.

¿Veremos algún día Moraland como un largometraje animado en el que confluya todo tu universo?
Me encantaría. Me encanta todo el cine, la animación. Sería mi sueño algún día. Lo que pasa es que no he estudiado cine, me gusta escribir pero tampoco no soy un tío que se caractericé por leer demasiado. Leo pero lo veo complicado pero si que tengo un universo creativo que se podría traducir en una peli, una serie, unos dibujos animados… me encantaría porque es como la suma de todas las artes. Sería mi sueño, me encantaría.