Vamos a pegar la cara en el cristal de un libro para ver cómo un poeta rompe la piñata de sus emociones. Sentiremos de nuevo en la mano, una libreta de colores de aquellas que usábamos en el instituto para coger apuntes y garabatear rimas espontáneas. Nos dejaremos envolver con poemas doblemente agradables, por su sentir desenfrenado y por ser capaces de colorear un mundo que zozobra en grises. Abriremos las páginas de Todos los putos días de mi vida de Rubén Guallar (En algún lado debe haber algo mejor), y permitiremos que la imaginación se revuelque entre el confeti de sus versos.
“Quiero casarme contigo
De pequeño
decía
que iba a casarme con mi madre”.
Este libro huele más a colonia de azahar que a Varon Dandy. Aunque también hay hombres, las que arman alboroto son las mujeres, y eso es hermoso. Madres, afroditas, bailarinas, misses, novias, profesoras, marionetas, estrellas del porno, locas…Todas ellas confluyendo en la historia personal del autor, una biografía en forma de diario que contrapone una sencilla pieza teatral a los poemas.
“ESCENA SEXTA
Hombre Nª2.—Ayer me la encontré.
Hombre Nº1.—¿Y qué te dijo?
Hombre Nº2.—No creo que quisieras saberlo”.
Entre tragedias amorosas surge el tema de la identidad sexual y de las expectativas frustradas, ya sean sociales o sentimentales. El grafismo de la narración y su simbolismo crea una atmósfera que evoca dolorosamente el fracaso.
“ANTÁRTIDA
(…)
Tuerces el ceño y te prometes
dejarme almacenado en el congelador
por los siglos de los siglos.
Amen”.
Este es un poemario divertido y a la vez triste, que produce cierta fascinación. Pues los distanciamientos que se marcan desde un inicio se vuelven ambiguos a medida que avanza el texto, demostrando ser capaces de transportarnos hacia delante y hacia atrás produciéndonos sacudidas como en los autos de choque, de esas que inofensivamente te desmelenan.
Por todo lo dicho, debe leerse Todos los putos días de mi vida. Porque ciertos vacíos son fructíferos, porque ciertas distancias se convierten en arte y porque Rubén nos muestra sin embudos el valor del dolor.
Basten las palabras del propio autor para plasmar la esencia de este libro.
“No habría distancia que no pudiera acortar, si tú dejaras que me acercara”.
Seamos nosotros, los lectores, quienes nos acerquemos a sus páginas. Vale mucho la pena.
Todos los putos días de mi vida ha sido publicado por Orciny Press. Rústica. 134 páginas. Tamaño 15,2 x 22,8 cm. ISBN: 978-84-943181-8-4