Win Butler dijo una vez que llevaba un peinado raro en parte porque para salir a un escenario y llamar la atención debías tener un flequillo torcido, o un tupé legendario, o una cresta dorada, etc. Quizá sea una de las claves del éxito para Butler (aunque podría parecer un nerdie total y Arcade Fire seguirían siendo los nuevos dioses del indie), pero está claro que para los medios hermanos Melody Van Kappers y Anton Louis Jr., es la gran característica estética (en portada de éste “Not Evident Ep” y en el vídeo del single) de The Narcoleptic Dancers. O eso, o una hipérbole de timidez que los lleva a dejarse crecer el flequillo hasta la boca. En cualquier caso, la unión de estos hermanos en el lecho de muerte de su padre, que los juntó para que se conocieran como último deseo, ha resultado ser una muy inteligente combinación de producción sesentera puesta al día con una voz (la de Van Kappers), cercana a la de las grandes del dream pop o el indie más nostálgico (léase aquí Camera Obscura o She & Him, por ejemplo).
Si interpretamos este primer EP como una presentación formal de los sonidos con los que Narcoleptic Dancers experimentaran y ahondarán en el futuro, no cabe más que frotarse las manos y comenzar a salivar. Primero, por la despreocupación feliz, una sensación que nos arremete al escuchar “Not Evident”, que parece sacada de uno de aquellos anuncios de perfumes modernos que flotan, oníricos, visuales, crípticos, pero en plan indie. No es tan fácil como parece. Segundo, porque más allá de la celestial voz de Van Keepers, evitan caer en fórmulas conocidas (como los lamentos de los ya mencionados Camera Obscura) sin perder un ápice lo retro (“Unique Tree”), y por último porque, las cosas como sean, suenan como si llevaran un siglo grabando. No es lo-fi. No es ultracasero como Pascal Pinon (aunque compartan el feeling), ni como Sol Seppy o Hello Saferide (aunque compartan la voz susurrante). Tienen carácter para marcarse un tema más electrónico (“Sweet and Soft”), colarnos una demo como un hijo no reconocido de la mesa de mezclas (“Rastakraut”) y no atragantar con los ecos ni con las atmósferas dentro del pop indie inocentón (“Again and Again”). Como no podemos aplaudir con las orejas el debut de The Narcoleptic Dancers, lo haremos con las manos. Pero ganas no nos faltan.