En algún lugar del Instituto Arqueológico alemán, en Atenas, busca una puerta sin pomo. Llama a la puerta tres veces de forma arrítmica. Una voz con acento te ordenará que entres. Abre la puerta.
Al entrar descubrirás una pequeña biblioteca repleta de libros, con una mesa a la derecha, un par de lámparas con una luz muy tenue y tres puertas en la penumbra al fondo. La puerta se cerrará de golpe. En medio de la sala verás a un hombre de espaldas, uniformado y con una espada sin desenfundar. No hables. Cuando el hombre note tu presencia se girará y verás una quemadura ocupando gran parte de su cara, no le mires directamente. Deberás saludarle con una leve reverencia y él te responderá con otra, en señal de respeto. El hombre uniformado te hablará sobre los peligros de la sed de conocimiento, mientras, se acercará a ti para darte una llave. Con ella tendrás que resolver el laberinto de salas que hay detrás de las tres puertas. No podrás abrir una puerta si no has cerrado la anterior. Cada vez que uses la llave una luz se apagará y con ella parte de tu memoria. Más te vale ir por el camino correcto si no quieres acabar moribundo en una habitación oscura, sin saber quién eres, hasta morir de hambre. En la última sala del laberinto, encontrarás al hombre uniformado en pose desafiante. Tendrás que arrebatarle la espada y atravesarle el corazón con ella antes que él acabe contigo. Si consigues hacerlo su cuerpo se cristalizará en una estatua de sal y la espada se romperá, quedando el filo clavado y la empuñadura en tu mano. Enhorabuena, eres libre.
Ese es el objeto 7 de 50, Llave Maestra. No se te resistirá ninguna puerta pero ello afectará a tu cordura. El deseo de conocer la verdad absoluta te llevará a la locura.
Recuerda, no has de hablar con nadie, no se lo digas a nadie o tu saliva se convertirá en aceite hirviendo antes de hacerlo.
©Ilustración: Rafa Barragán