Kurt Cobain habla por teléfono dentro de una cabina. Su novia Courtney corta con él y se pregunta por qué.
Kurt cuelga y sale enfadado.
Se encuentra con un niño y le golpea en la cara.
“La vida es una mierda” dice él enfadado.
“Hijo de puta” contesta el niño con el ojo hinchado.
Deprimido, saca un Valium y lo ingiere. Kurt lleva un chubasquero azul oscuro y unos vaqueros desteñidos. Es la hora de comer pero ha perdido el apetito. Drogarse le quita el hambre.
Kurt para en un semáforo y se encuentra con Johnny Ramone. Ambos se miran, pero no ocurre nada. Kurt cruza la acera y se sube a un taxi.
–A dónde quiere ir–dice el taxista.
–Donde quiera–contesta Kurt.
–No entiendo.
–Sí, donde quiera. Es fácil.
–¿Cómo voy a llevarle donde quiera?
–Sí. No quiero ir a ningún sitio en especial. Sólo quería subir.
–Entiendo–dice el conductor.
El taxista conduce en círculos por las calles sin rumbo alguno. Cruza el paseo marítimo y el centro de la ciudad. De vez en cuando, mira el contador. Kurt observa por la ventana.
–¿Le gustan estas vistas?¬–pregunta el chófer.
–Sí, no están mal–dice Kurt mientras escribe en un papel.
–Entiendo.
–Qué entiende.
–No, nada. Es una forma de hablar.
–No, no lo es. No entiende nada. Conduzca.
El taxista mira por el retrovisor molesto.
–Tiene razón. No entiendo nada, no.–gruñe.
–Conduzca.
–Estás seguro que puedes pagar esto, chaval–dice el conductor enfadado.
–Conduzca.
–¡Basta!–grita el taxista, frena en seco y estaciona junto a un restaurante chino–De qué coño vas, niñato ¿Crees que esto es gracioso?.
–No. No lo es. La vida no es graciosa, es una mierda.
–Pe…Pero ¡Llevo una puta hora conduciendo! ¡Págame o llamo a la policía, maldito cabrón!–grita golpeando el volante.
–No, no pienso pagarle. No le he pedido que me llevara a ningún lado. Estoy decepcionado por su trato–contesta Kurt apático y se baja dando un portazo.
El taxi arranca y salpica al joven de barro. Él derrama una lágrima. Todos lo observan y ríen. Se siente humillado. Así que Kurt se acerca a una obra, coge un ladrillo y lo lanza contra el vehículo. El impacto destroza la luna trasera y el coche gira bruscamente, pero Kurt ya está demasiado lejos.
Camina unos pasos y entra en otra cabina.
Descuelga y echa una moneda.
–¿Si?–pregunta una voz femenina.
–Soy yo–contesta él.
–Olvídame. Estás chiflado.
–No.
–Haz un esfuerzo.
–No. He subido un a un taxi y me ha recordado a ti.
–Ya. Entiendo–dice la chica con indiferencia.
–Sí. Entiendes. He subido a un taxi y me ha recordado a ti. He compuesto una canción. Siempre estamos discutiendo. He subido a un taxi para olvidarme de ti y he discutido.
–¿Y qué has hecho?
–Lo de siempre. Joderle la vida.