Primer correo de la mañana y es una colaboración de Jack F. C., proveniente de Perú, nos alegra un montón, aunque no entienda nada de lo que pone. Se titula Nez Cucardez y lo que sigue es el escrito.
Una vuelta de torniquete fue menos que necesario para torcerle la nez pequeñita al Cucaracho.
—¡So desgraciado, me diste una vuelta como de 90º! ¡Ayayau, curujo!
—Deja chupar tranquilo, insecto –Dijo el Cremallera shilpe.
Para no perder la ilación, el robusto y barbado tuercenarices, terminó con su monólogo, de tal modo que diera tiempo a que el tabique del Cucardo no se enfriara mucho como para quedarse con nariz de botón derretido, ni fuera tan fresca la recomposición del huesito, de tal modo que el agraviado ni se inmutara en sentir un leve movimiento, de nariz recién puesta.
Ya se estaba poniendo pálido y helado, de lo negrito y barbado que era el mozalbete tunicado, cuando, ¡zdés! ¡trai esa ñanga de Pingocho y sus amigos, so cuy en tómbola, Cucardo adefesio! —lo violentó el Cremallera shilpe de la puntilla husmeadora— y se la colocó en su lugar, con lo que no sólo no quedó anonadado el Cucardejo, sino que hasta mandó pedir otra botella de vodka nacional para celebrar que no sería necesario visitar al cirujano, pero sí a las pirujas, que no habrían de decirle, ñatas de risa, con el payaso atorado entre las piernas:
Lenguádme un supino, Cucardo,
aquí en este colorado mollejón
que no sólo es tuyo,
sino también del Cremallera shilpe,
que a tu naricilla la torció y destorció
en cuestión de dos tragos,
Cucardillo, con esa ñanguita
que no ha recibido trancazo,
más que de mi jugoso papo, ¡carijo!
¡Nej nej nej nej!