Cansado de su vida criminal, Toro (Mario Casas) decide dejar la organización mafiosa de Don Rafael Romano (José Sacristán), pero antes de hacerlo debe realizar un último trabajo. Si todo saliese bien sería una película bien corta y poco interesante, así que las cosas en este último trabajo salen bastante mal. Cinco años más tarde, Toro se verá obligado a huir de nuevo de la organización de Don Romano cuando el hermano de Toro, López (Luis Tosar), le arrastre con él en sus problemas criminales.
El inicio de Toro (Kike Maíllo, 2016) no resulta particularmente prometedor. El prólogo está rodado usando el estilo retro-80s que no inventó pero puso de moda Nicolas Winding Refn en Drive (2011). Pero cuando realmente arranca la película, tras una secuencia de títulos de crédito que parece sacada de una versión cañí de un film de James Bond, Toro va ganando interés y, al igual que los protagonistas, nos vemos atrapados en una historia de venganzas y robos, huidas y traiciones, deudora del cine de género de los 70.
Así, el film va ganando fuerza a medida que avanza hasta llevarnos a su violento clímax. Esta fuerza la proporciona no solo el guion y la dirección, también las interpretaciones de los protagonistas Luis Tosar (Mientras duermes), Mario Casas y José Sacristán. Tosar y Sacristán hace tiempo que han demostrado su talento, pero he de reconocer que me sorprendió Casas (Mi gran noche) ya que, juzgando por sus anteriores trabajos, no me parecía un actor demasiado talentoso, pero tal vez necesitaba encontrar un director que supiese sacar de él una interpretación convincente. No es que de repente se haya transformado en Al Pacino, pero Casas está bastante bien en esta película, lo cual es una suerte teniendo en cuenta el protagonismo que tiene en ella.
El trabajo en la dirección de Maíllo (Eva) resulta también muy destacable, aunque como ya hemos mencionado es muy referencial. Su habilidad se demuestra en las secuencias de acción y las peleas violentas en las que se aparta de la manía que tenían últimamente los directores de intentar transmitir intensidad sacudiendo mucho la cámara y editando de manera que no se entendiera bien la acción. En Toro nos encontramos un perfecto ejemplo de cómo rodar una pelea con cámara en mano de manera que se transmita la violencia y se entienda lo que sucede.
En definitiva, Toro es un muy recomendable thriller que explota temas clásicos del cine criminal de forma fresca e interesante.
Estreno en las salas españolas el 22 de abril