La saga protagonizada por el muñeco asesino Chucky es única dentro del cine de terror. Don Mancini, el creador de Chucky, se ha mantenido en todas las películas de la serie como autor de los guiones, además de director de las tres últimas entregas. Junto a Mancini, también se ha mantenido el productor David Kirschner, que diseñó el look de Chucky y ha producido todas las entregas desde que compró el guion de la primera escrito por Mancini. Y, por supuesto, el trabajo de Brad Dourif como la voz de Chucky ha sido vital para dotarle de una gran personalidad y carisma. Todo ello ha contribuido para que la saga mantenga una rara coherencia, en la que todas las entregas cuentan y la continuidad entre todas las películas es muy sólida. La única otra saga parecida en ese aspecto es la de Phantasma, en la que Don Coscarelli se ha mantenido como autor de todas las entregas, aunque no fuera el director de la última. El resto de sagas mucho más populares, como la de Halloween, Viernes 13 o Pesadilla en Elm Street, sufren cambios continuos, fallos de continuidad o tienen distintas continuidades, reboots, remakes… La franquicia Muñeco diabólico, igual que la de Phantasma, se ha mantenido sólida a lo largo de los años, lo cual la hace una de las más adecuadas para disfrutar en maratón. Empecemos.
Muñeco Diabólico
(Child’s Play, Tom Holland, 1988)
El proceso para llevar a Chucky a la gran pantalla fue bastante largo y complicado. Don Mancini escribió el guion original, que entonces se titulaba Batteries not Included (traducido: pilas no incluidas), como una oscura sátira del marketing para niños que en los 80 era todo un fenómeno, con series de animación creadas especialmente para vender muñecos. En esta primera encarnación, el muñeco asesino actuaba como una expresión de la rabia del niño protagonista, dejando muy ambiguo si era el muñeco o el niño el que llevaba a cabo los asesinatos, sin que el muñeco tuviera la personalidad por la que es hoy conocido.
Lo primero que se cambió fue el título, ya que Steven Spielberg estaba en plena producción de una película con ese mismo título que aquí se conoció como Nuestros maravillosos aliados (Matthew Robbins, 1987), pasando a llamarse Blood Buddy. A medida que se hacían distintos borradores, la historia cambió hacia la del muñeco asesino que todos conocemos, igual que el título. Fue entonces que Tom Holland se sumó al proyecto, pero lo abandonó, cuando no pudo hacer que el guion funcionara para su gusto lo dejó para dirigir Fatal Beauty (1987).
Tras el abandono de Holland, el proyecto fue a parar a Joseph Ruben, director del film de culto El padrastro (The Stepfather, 1987), que trajo consigo al guionista John Lafia. Ruben abandonó también el proyecto y con él se fue Lafia, tras trabajar un tiempo en el guion. Pero es tal vez por su breve paso como guionista que luego Lafia sería el director de la segunda parte.
Tras la marcha de Ruben, Holland regresó y tuvo la inspiración para añadir ciertos toques al guion, adaptándolo a su gusto para dirigirlo. Fue Holland el que añadió el personaje del asesino Charles Lee Ray y los elementos de vudú presentes en la película. También fue el que tuvo la brillante idea de contratar a Brad Dourif para hacer de Charles Lee Ray y la voz de Chucky.
Y así se puso en marcha Muñeco diabólico.
El film es hoy día un pequeño clásico del género. Además de Dourif, contó en su reparto también con el gran Chris Sarandon, que ya había trabajado con Holland en su clásico de culto Noche de miedo (Fright Night, 1985), y Catherine Hicks como Karen, la madre del pequeño Andy Barclay, interpretado por Alex Vincent. Se podría decir que otra estrella de la película fue Kevin Yagher, técnico de efectos especiales que creó la versión física de Chucky, a partir del diseño de David Kirschner, y dirigió el equipo dedicado a darle vida. Aparte, Yagher y Hicks se conocieron rodando esta película, iniciaron una relación y siguen felizmente casados hoy día.
A pesar de las limitaciones técnicas de la época, el gran trabajo del equipo de Yagher, combinado con la utilización de dobles y la dirección de Holland, contribuyen a que Chucky resulte amenazador y efectivo como monstruo asesino, sin que el film caiga nunca en el ridículo. Para ello también resultan útiles los momentos de humor negro, que contribuyen a liberar la tensión y evitar que el film se tome demasiado en serio a sí mismo.
Con grandes momentos de suspense, como esa escena en la que Karen Barclay descubre que Chucky ha funcionado hasta ese momento sin pilas, combinados con los mencionados momentos de humor negro, el film es una gran montaña rusa que sigue siendo tan efectiva hoy como hace treinta años. Un gran éxito, a pesar de que el estudio que la estrenó, Metro/UA, no las tenía todas consigo, y tanto en el póster como en los tráileres, parece que en aquel momento no quisiera dar a conocer que se trataba de una película sobre un muñeco asesino. Algo que, hasta ese momento, no se había hecho nunca en la gran pantalla, solo en telefilmes y series de televisión.
Y así fue cómo Chucky entró en nuestras vidas.
Muñeco diabólico 2
(Child’s Play 2, John Lafia, 1990)
Dos años después del sorprendente éxito de Muñeco diabólico, llegaba a las pantallas de todo el mundo Muñeco diabólico 2, con John Lafia en la silla de director y Don Mancini con control completo del guión.
La secuela se centra en el pobre Andy Barclay, interpretado de nuevo por Alex Vincent, el cual se encuentra en una casa de acogida mientras su madre recibe atención psiquiátrica por lo sucedido en la anterior entrega. Chucky regresa a la vida como resultado de un intento de la compañía de contrarrestar la mala publicidad generada por la difusión de lo sucedido con Andy, a pesar de que se considera la historia de una demente que se encuentra en un psiquiátrico (así se explica que no regrese el personaje de Catherine Hicks en la segunda entrega). De modo que Chucky retoma su misión de poseer el cuerpo de Andy, para ello se va a la casa de acogida, donde también se encuentran Gerrit Graham y Jenny Agutter como Phil y Joanne Simpson, los padres de acogida, y Chistine Elise como Kyle, adolescente también acogida por los Simpson.
Aunque al contratar a Gerrit Graham y Jenny Agutter como padres adoptivos hace que sea bastante predecible la reacción de cada uno cuando Andy advierta de la presencia de Chucky, resulta sorprendente lo buena que es esta secuela. No tanto como para superar la original, pero si que mantiene el nivel de calidad, con una ligera acentuación del humor negro. Además, en el reparto también nos encontramos a talentos como Grace Zabriskie y Greg Germann. No es de extrañar que Chucky pase desapercibido si estos son los representantes de la gente “normal”.
Al tener ahora Mancini control completo del guión, se recupera su intención original de satirizar la industria juguetera y su marketing agresivo, al tiempo que se pone en segundo plano los elementos de vudú introducidos por Tom Holland en la anterior entrega. Al guionista nunca le gustó la introducción del vudú, a pesar de su utilidad para justificar cómo Charles Lee Ray acaba convertido en Chucky. Lafia también hace un buen trabajo dirigiendo, dándole un toque que diferencia esta entrega de la primera pero no hasta el punto de que parezcan universos distintos.
Sólido guión y dirección, más un estupendo reparto, explican la calidad de esta secuela. Esta calidad, a su vez, explica que fuera otro gran éxito de taquilla. La franquicia estaba en marcha.
Muñeco diabólico 3
(Chid’s Play 3, Jack Bender, 1991)
Once meses después de que Muñeco diabólico 2 se estrenara, Muñeco diabólico 3 aparecía en las pantallas de todo el mundo. Lo apresurado de esta producción es el principal motivo de que esta sea considerada, con razón, la peor entrega de la saga.
Ni siquiera Don Mancini quedó satisfecho con el resultado final, ya que hubiera preferido más tiempo para pulir el guión. Un guión que transformó en imágenes Jack Bender, un director especializado en series de televisión que no aporta nada visualmente.
En esta ocasión nos encontramos a Andy convertido en un adolescente enviado a una escuela militar para terminar su formación. En el momento de rodar esta entrega, Alex Vincent tenía ocho años, así que Justin Whalin se encargó de dar vida al Andy adolescente. De nuevo, Chucky encuentra a Andy y empieza a matar gente, con las advertencias de Andy de nuevo ignoradas..
Una historia que se hace muy repetitiva y un director no muy imaginativo dieron como resultado un film mediocre. Como he mencionado antes, la prisa por estrenar el film seguramente sea la principal culpable, ya que los elementos para hacer una secuela interesante están ahí. De nuevo se satiriza la industria juguetera, así como la ambientación en la escuela militar buscaba extender el objetivo de la sátira al estamento militar. No todo es malo, sin embargo, el final resulta bastante entretenido, aunque hubiera funcionado mejor si lo anterior no fuese tan regular.
La comprensible pobre taquilla de esta entrega puso en peligro la continuidad de la franquicia. Por suerte, todo cambió siete años después.
La novia de Chucky
(Bride of Chucky, Ronny Yu, 1998)
Antes de nada me gustaría aclarar una cosa: esta película NO es un reboot. Un reboot es, por ejemplo, lo que hizo Halloween H20: 20 años después (Halloween H20: 20 Years Later, Steve Miner, 1998): iniciar una nueva continuidad ignorando lo sucedido en anteriores entregas. Pero La novia de Chucky, como comprobaremos más adelante, no hace eso, simplemente presenta nuevos personajes que tendrán su papel junto a los viejos en el futuro.
Tras la decepción que supuso Muñeco diabólico 3, Don Mancini tenía claro que era necesario un nuevo enfoque. Si se quería mantener la franquicia en marcha, no se podía estar repitiendo constantemente la misma historia. En otras palabras: Andy huyendo de Chucky ya se había explotado hasta el máximo. Así, en un obvio guiño a la clásica La novia de Frankenstein (Bride of Frankenstein, James Whale, 1935), Mancini decidió darle una compañera a Chucky: Tiffany, a la que daría voz y, brevemente, cuerpo Jennifer Tilly.
Otro guiño a La novia de Frankenstein es que el humor (negro) en esta secuela aumenta respecto a las anteriores. Por supuesto, otro factor que influía era que se concibió en la era post-Scream, algo a lo que también aludía el póster de La novia de Chucky que parodia el de Scream 2 (Wes Craven, 1997). También se ha de mencionar que a partir de esta entrega, se eliminan los numerales de los títulos, para atraer nuevo público, y se empiezan a utilizar combinaciones con el nombre de su asesino de plástico protagonista.
El film cuenta como Tiffany recupera los restos de Chucky para devolverle a la vida, excusa que sirve para presentar un nuevo diseño de Chucky. También descubrimos que Tiffany es una antigua novia de Charles Lee Ray. Chucky le devuelve el favor a Tiffany matándola e introduciendo su alma en una muñeca, para estar en igualdad de condiciones.
La muerte de Tiffany la escribió Mancini para otro personaje en el guión de la primera entrega. Otra de las ventajas de ser el único guionista y dueño del destino de Chucky: Mancini guarda un archivo de ideas y conceptos diversos, aprovechando los que no pudieron ser usados en su momento y teniendo en reserva otros para futuras entregas. Por ejemplo, uno de estos conceptos, que Mancini ha mencionado en audiocomentarios que le gustaría hacer realidad, es ambientar una entrega de la saga a bordo de un tren.
Tras la creación de Tiffany, la película se convierte en una especie de road movie llena de guiños a otras películas, para disfrute de los fans. Estos guiños y el tono, así como la manera en que se aportó aire nuevo a la serie contribuyeron a que esta entrega fuera un gran éxito.
Sin embargo, todo este esfuerzo habría quedado en nada sin un director que supiera trasladar todo lo mencionado a la pantalla de forma interesante. Por suerte, esta entrega contó con Ronny Yu tras las cámaras.
Yu fue escogido por el estilo energético, cinético y frenético que el director había demostrado en La novia del cabello blanco (Bai fa mo un zhuan, 1993). Un estilo que Yu no dudó en aplicar también a La novia de Chucky, aunque algo rebajado para la audiencia occidental. Resulta curiosa la implicación de Yu en otro sentido: al principio de La novia de Chucky vemos elementos icónicos de otras sagas del cine de terror, uno de ellos la máscara de Jason Voorhees y otro el guante con cuchillas de Freddy Krueger, y uno de los actores principales en esta película es John Ritter. Luego, Yu sería el director de Freddy contra Jason (Freddy vs. Jason, 2003) con Jason Ritter, hijo de John, como uno de los protagonistas.
Como ya he mencionado, el feliz matrimonio entre director y material hizo que esta entrega fuera un gran éxito, insuflando nueva vida a la franquicia.
Nota: En Estados Unidos, las ediciones en Blu-ray de las secuelas comentadas a continuación incluyen una versión cinematográfica y una versión sin censurar. Las ediciones españolas no, de hecho La semilla de Chucky ni siquiera está editada en Blu-ray y la de DVD parece que está agotada, lo cual resulta muy desafortunado si tenemos en cuenta que el final de La semilla de Chucky está extendido en la versión sin censurar. Además, la edición española de La maldición de Chucky no incluye el audiocomentario presente en la americana al no incluir tampoco la versión sin censurar. Mi comentario de estas entregas se basa en las versiones sin censurar. Si sois fans de Chucky recomiendo comprar las ediciones americanas en Blu-ray, son de zona libre y contienen más extras que las españolas. La edición de Cult of Chucky española parece que sí es completa, aunque en el momento de escribir estas líneas todavía no se ha editado así que desconozco si incluye la versión sin censurar como la edición americana en la que me baso para este artículo, si bien la inclusión del comentario me hace pensar que sí.
La semilla de Chucky
(Seed of Chucky, Don Mancini, 2004)
A partir de esta entrega, Don Mancini tiene el control completo de las secuelas, ya que además de guionista se convierte también en director de cada entrega. Es una lástima que su debut fuera en uno de los menos logrados episodios de la saga, aunque es mucho mejor que la tercera entrega.
En realidad, el éxito de esta secuela depende bastante de vuestro sentido del humor y si el ejercicio metalingüístico que presenta os hace gracia o no. Jennifer Tilly regresa como Tiffany, además de interpretar una parodia de sí misma, ya que el film está ambientado en Hollywood. De ahí que haya algunos cameos, como del especialista en efectos especiales Tony Gardner. Aunque Don Mancini decidió contratar al actor Guy J. Louthan para que hiciera de Don Mancini. Entre el reparto se ha de mencionar la presencia del mítico John Waters interpretando al sórdido paparazzo Pete Peters.
La razón de estos cameos y la ambientación hollywoodiense es que Chucky y Tiffany se explican porque, tras los eventos de la anterior película, sus restos fueron recuperados y han sido reconstruidos para convertirlos en estrellas de una película sobre sus crímenes. Esto también es motivo para otra serie de guiños al género, como el homenaje a Ed Wood Jr. con el uso del nombre Glen/Glenda (no entro en detalles para no hacer spoiler).
Supongo que ya habréis intuido que la comedia en esta entrega toma el protagonismo ante el terror. Por ello el disfrute de esta entrega, como decía al principio, depende bastante de vuestro sentido del humor. En su momento fue considerado excesivo y grotesco, demasiado paródico. De ahí que fuera visto como un fracaso (relativo, ya que el presupuesto no es que fuera muy alto). Además, La semilla de Chucky se estrenó cuando el público estaba ya cansado de metalingüísmo y referencias irónicas, recursos de los que se abusó en la mencionada era post-Scream. El género entraba en una nueva era de películas de terror más crudas y salvajes, iniciada con el estreno de Saw (James Wan, 2004), que era una también una reacción a las películas de terror suaves y poco sangrientas de finales de los 90.
He de admitir que en su momento no me hizo mucha gracia, pero con el tiempo la he ido disfrutando cada vez un poco más. La primera vez me decepcionó por no ser más un film de terror como las anteriores, ya que incluso La novia de Chucky mantiene un buen equilibrio entre el humor negro y el terror. Ahora, con la mente más abierta, la puedo disfrutar como la comedia negra que pretende ser. Además, es difícil que John Waters no te haga reír (en la versión original). Por otro lado, se nota que Mancini tenía ganas de dirigir y llena el film de florituras visuales.
La maldición de Chucky
(Curse of Chucky, Don Mancini, 2013)
Al igual que el fracaso de Muñeco diabólico 3 hizo que pasaran siete años hasta el estreno de La novia de Chucky, el fracaso de La semilla de Chucky hizo que pasaran nueve años hasta el estreno de La maldición de Chucky. Lo hizo, además, directamente en el mercado doméstico, sin pasar por las pantallas de cine (excepto algún pase en festivales). Normalmente, esto significaría la muerte de la franquicia, pero en este caso no fue así, ya que La maldición de Chucky sorprendió por su calidad y efectividad, superior a la de muchas películas estrenadas en cine. Calidad que se demuestra en lo visual, ya que no tiene ese aspecto “video” de muchas películas DTV o que van directamente a VOD, con un look muy cinematográfico.
En los años pasados entre La semilla y La maldición hubo muchos rumores sobre el regreso de Chucky a las pantallas mediante un remake (en plena moda entonces) o un reboot. Por lo menos, en esa dirección iban los comentarios que hacían los cineastas responsables de las aventuras de Chucky.
Así, uno empezaba a ver La maldición con la idea de que se trataba de un reboot: nuevo diseño de Chucky y Nica, la protagonista interpretada por Fiona Dourif (hija de Brad Dourif, la voz de Chucky en todas las entregas), no guardaba ninguna conexión con los personajes de anteriores entregas. Sin embargo (y sin spoilers), La maldición de Chucky es una secuela que sigue las anteriores entregas, desarrollando la continuidad de la serie integrando todo lo sucedido anteriormente. Por ejemplo, hay una escena de Nica buscando información en Internet en la que podéis ver alusiones a todas las entregas en la pantalla del ordenador. A medida que avance el film será obvio cómo encaja esta entrega en la mitología de la serie.
Tras las anteriores entregas en las que abundaba el humor negro, en esta se vuelve al tono más terrorífico de las dos primeras entregas, ambientando la acción en una enorme casa por la que Chucky se puede mover pasando desapercibido. Además, Nica es parapléjica, lo que contribuye a hacer que Chucky sea una amenaza aún mayor.
Tal vez al ser pensada para el mercado doméstico, Mancini tuvo mayor libertad para hacer una película pensada para disfrute de los fans. Y, al mismo tiempo, por su estructura, es una película que puede ser disfrutada por alguien recién llegado a la franquicia.
Así, lo que hace unos años era una franquicia menor dentro del cine de terror, comparada con grandes franquicias como la de Halloween y la de Pesadilla en Elm Street, se ha convertido en una de las más celebradas. Con esta entrega, Mancini, de nuevo, le insuflaba nueva vida manteniendo continuidad y personajes, algo que las grandes se vieron incapaces de hacer. Esta entrega también preparaba el terreno para la que es la última entrega, hasta el momento, de la serie: Cult of Chucky, por lo que es mejor quedarse hasta el final de los títulos de crédito.
Cult of Chucky
(Don Mancini, 2017)
Llegamos a la séptima entrega de la saga, hasta que se estrene la octava. Y espero que, después de la octava, llegue una novena y una décima y las que sean, si siguen manteniendo el nivel de calidad mostrado en Curse y, ahora, Cult of Chucky.
Las tres primeras entregas, aunque mantenían la continuidad, son relativamente independientes entre sí. Con La novia y La semilla de Chucky, se decide dar a las películas un final que tenga un gancho pensado para interesar al público en una nueva entrega, pero que podía funcionar como simple impacto sin necesidad de continuidad. Las dos últimas entregas sí que están más directamente relacionadas, el final de Curse da pistas sobre cómo será Cult, que arranca a partir del final de Curse. De hecho, el principio de Cult sigue la escena que vemos en la secuencia post-créditos de Curse.
Por supuesto, se incluye la información necesaria para que todos aquellos que no hayan visto la anterior entrega o ninguna de la saga puedan seguir sin perderse el film. Pero, no cabe duda, se disfruta mucho más si eres un fan de la saga, ya que está repleta de guiños y referencias a las anteriores entregas, un premio a la fidelidad. No todas las referencias son relativas a Muñeco diabólico, hay un chiste que creo solo funciona si sabes que Don Mancini fue uno de los guionistas de la serie Hannibal.
Don Mancini ha comentado en diversas entrevistas que situar la historia en un manicomio le permitía, por un lado, homenajear a Brian De Palma creando un thriller de estilo paranoico, y, por otro lado, crear una película de terror en un espacio blanco y aséptico hacía destacar la sangre, además de crear un fuerte contraste con la anterior entrega, más gótica. Esta mezcla de terror y thriller paranoide resulta todo un acierto, ofreciendo al espectador una historia que contiene algunos elementos del pasado pero presentados de forma completamente nueva.
Aunque hay abundantes toques de humor negro y en varios momentos me hizo reír, esta entrega mantiene el tono de la anterior, más enfocado hacia el terror y alejado del estilo más camp de La novia y La semilla de Chucky.
La historia que cuenta (que prefiero no detallar demasiado en caso de que no se haya visto esta entrega o Curse), más la ambientación y el reparto, con una fantástica Fiona Dourif, hacen de esta una de las mejores entregas de la serie, para mi gusto. Además, me ha dejado con ganas de ver ya la siguiente entrega (de nuevo, hay que quedarse hasta el final de los títulos de crédito). Algo que normalmente no sucede cuando se llega a la séptima entrega de una franquicia.
Don Mancini, David Kirschner y toda la familia Chucky han logrado mantener en forma la franquicia a lo largo de 30 años. Y teniendo en cuenta lo bien que funciona la última entrega y las interesantes opciones que plantea, parece que podremos seguir disfrutando de las maldades de Chucky durante muchos años más.
Muñeco diabólico
(Child’s Play, Lars Klevberg, 2019)
Se estrena en 2019 un remake de la primera cinta, al margen de Mancini, una película que podría preverse como todo un fiasco, al final no lo es tanto. Tenéis la crítica completa aquí: Muñeco diabólico (Child’s Play, Lars Klevberg, 2019)