A menudo, la nostalgia no trae consigo una reflexión, sino más bien una complacencia, una idealización de lo que fue. Pero cuando recordar esos veranos de tu niñez sí viene con algo de consciencia, llegamos a comprender más de lo que en su momento hicimos. En su nuevo trabajo «Le llamábamos Bebeto», publicado por Norma Editorial, el autor de cómic Javi Rey rompe con la nostalgia que ha invadido todo lo relacionado con los 80 para retratar la de los 90, en parte la suya. Se aleja de la típica invasión cultural de masas para centrarse en la pureza de sentirse niños, de sentirse inexperto en la vida.
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Años 90. Carlos pasa los veranos en Sant Pere, entre la urbe de la Gran Ciudad y la de los poblados turísticos de la costa catalana. Pasa el día jugando al fútbol con sus amigos y viviendo con su abuela, viendo juntos los Tour de Francia dominados por Miguel Indurain mientras añoran, en cierta manera, a su hermano mayor fallecido. Sin embargo, en el verano de 1995, Carlos se acercará a Bebeto, ese chico-adulto del barrio que siempre ha estado ahí, pero del que poco sabe, con el fin de conocer a una chica que le ha llamado la atención, descubriendo que ambos tampoco se diferencian tanto.
«Le llamábamos Bebeto» es el primer trabajo donde el autor de «Intemperie» (adaptando la novela homónima de Jesús Carrasco) y «Un enemigo del pueblo» (basada en la obra de teatro de Henrik Ibsen) escribe su propia historia original. Un cómic que parte de sus recuerdos de infancia, pero los transforma en una historia de ficción donde las emociones son genuinas. Desde la ambientación hasta los personajes, todo es creación, pero Javi Rey logra, a través de ello, capturar sentimientos tanto generacionales como universales.
No se trata de un coming of age al uso, pero casi, no es como en otras obras en las que el verano simboliza una etapa de transición evidente, de empezar a descubrir cosas nuevas y/o empezar a entender algunas cosas reservadas para los adultos. En realidad, «Le llamábamos Bebeto» tiene todo eso, pero lo aborda con una mirada retrospectiva, una reflexión que viene de la mano del narrador tiempo después.
En cuanto al apartado gráfico, poco podemos aportar de lo que ya salta a simple vista, un dibujo magnífico, de corte realista que transmite vida. Los personajes son carismáticos, la composición de página, que van de las tres filas de viñetas al splash page, fluye con naturalidad dejando caer toda la fuerza en sus encuadres, siempre diferentes y dinámicos, evitando el acartonamiento que últimamente se está poniendo de moda en mucha obra nacional. En definitiva, un gran trabajo que apetece mucho ojear tras su lectura.
El color merece una mención especial, la obra juega con el uso de varias paletas cromáticas: entre los colores cálidos, reflejo de la época estival en la que se ambienta la historia, al uso de otros más apagados tirando a tonos ocres y azulados, cuando no son meramente ambientales del entorno, ayudando a enfatizar con la emoción de su protagonista, de la alegría y libertad a la tristeza y el desconcierto.
Javi Rey ha encaminado toda su trayectoria para llegar a esta obra, dando un importante paso adelante como autor de cómics. Ya había demostrado con creces su talento como narrador, guionista y, por supuesto, dibujante de cómics, pero «Le llamábamos Bebeto» es una nueva puerta para descubrirle como autor; una historia que, aun siendo íntima y personal, posee un impacto universal.
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Le llamábamos Bebeto
Le llamábamos Bebeto porque todo el mundo le llamaba Bebeto y no nos importaba cuál era su verdadero nombre. No sabíamos gran cosa de él. Solo que era mayor que nosotros y que siempre estaba sentado en las gradas mirándonos jugar. Siempre estaba en las pistas. Siempre. Como las porterías o las rayas gastadas del terreno de juego. Como las flores que volvían a crecer cada primavera entre las grietas del cemento…
144 págs. Color. Cartoné. 21,5 x 27 cm.
978-84-679-7440-9
Norma Editorial
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