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Cuando miras al abismo, Tommy Wiseau te devuelve la mirada

1 ¿Qué es una película de culto?

Antes de entrar de lleno en el fenómeno en que se convirtió The Room (Tommy Wiseau, 2003), creo que sería útil aclarar una serie de conceptos que se utilizarán de forma repetida a lo largo de este artículo. En particular, aclarar qué es y qué no es “una película de culto”.

Cuando miras al abismo, Tommy Wiseau te devuelve la mirada

Actualmente, la expresión “cine de culto” o “película de culto” ha perdido bastante peso y significado, al ser excesivamente usada, muchas veces incluso para promocionar una película recién estrenada, como podría ser el caso de Turbo Kid (François Simard, Anouk Whissell, 2015).

Originalmente, eran cualificadas “de culto” aquellas películas que al estrenarse fueron un fracaso o pasaron desapercibidas, pero que conseguían un pequeño grupo de seguidores que las mantenían con vida de forma apasionada. Con el tiempo, muchas de estas películas son reivindicadas por un número mayor de seguidores, ya sea dentro de
un género específico o dentro del cine mismo. Ejemplo de auténticas películas de culto son joyas como Brain Damage (Frank Henenlotter, 1988), Spider Baby (Jack Hill, 1967) o Las aventuras de Buckaroo Banzai (The Adventures of Buckaroo Banzai Across the 8th Dimension, W. D. Richter, 1984).

Algunas de estas películas de culto logran salir de la oscuridad e incluso llegan al mainstream, ya sea debido a su creciente popularidad o a una reevaluación crítica, en algunos casos incluso siendo clasificadas de clásicas. Los ejemplos más populares de casos así son The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975), Blade Runner (Ridley Scott, 1982) y La cosa (The Thing, John Carpenter, 1982).

Sí, hoy día cuesta creerlo, pero tanto Blade Runner como La cosa fueron universalmente despreciadas, tanto por la crítica como por el público, cuando se estrenaron. Tuvieron que pasar décadas antes de que fueran reposicionadas como los títulos clásicos de sus respectivos géneros que hoy día se consideran. También resulta interesante mencionar que, mientras The Rocky Horror Picture Show forma parte del mainstream gracias a la enorme popularidad adquirida con el tiempo, su superior secuela Shock Treatment (Jim Sharman, 1981) mantiene cierto estatus de película de culto, siendo conocida casi únicamente por los fanáticos de The Rocky Horror Picture Show.

Dentro del cine de culto nos encontramos una subcategoría formada por aquellas películas que popularmente se definen como: “tan malas que son buenas” o cine basura.

Es lo que el crítico Jordi Costa denominó “vanguardia casual”. Es dentro de esta categoría que nos encontramos la obra de directores de la talla de Ed Wood Jr. y James Nguyen, y películas como Troll 2 (Claudio Fragasso, 1990) y el título en que nos centraremos, The Room.

En esta categoría no se incluyen, o no deberían incluirse, películas como las que forman la franquicia Sharknado. La razón es muy simple: Sharknado (Anthony C. Ferrante, 2013) y otras cintas de este estilo están hechas así aposta. Se busca la carcajada del espectador mediante guiones ridículos y cutres efectos especiales. En cambio, las auténticas muestras de cine basura son películas que sus creadores realizaron completamente en serio, pero debido a una extrema torpeza o falta de talento provocan una reacción inesperada en el espectador, contraria a las intenciones de sus realizadores.

James Nguyen dirigió Birdemic: Shock and Terror con la idea de hacer un sincero homenaje al cine de Alfred Hitchcock, siguiendo el estilo de los otros thrillers románticos que conforman su currículum. Los ridículos efectos especiales, los diálogos absurdos y la torpeza de Nguyen han convertido Birdemic en toda una delirante experiencia para todos aquellos que la ven, igual que sucede con sus anteriores películas. Curiosamente, la rápida popularidad que obtuvo Birdemic gracias a Internet propició que se rodara una secuela donde se mezcla cierto grado de inconsciencia sobre cómo son recibidas sus películas por parte del director, con cierto grado de conciencia sobre cómo sería recibida.

Y, por supuesto, The Room se ha convertido en una película de culto al ser una obra maestra del cine basura. Vanguardia casual en su máxima expresión.

2 The Room: ¿Estás listo para ver el reflejo de tu propia vida?

Sobre el papel, The Room parece un simple drama en el que su protagonista, Johnny (Tommy Wiseau), es engañado por su prometida Lisa (Juliette Danielle), que mantiene un romance con Mark (Greg Sestero). Ya veis, nada del otro mundo. Lo que ha hecho de The Room un fenómeno no es la historia que cuenta (aunque tal vez sería así si se hubiese conservado la idea de que Johnny fuera un vampiro), sino su ejecución. La delirante forma en que esta historia se nos presenta.

Poster de The Room

Wiseau, además de director, protagonista y productor, escribió también el guion. Un guion lleno de repetitivos diálogos en los que los personajes están continuamente saludándose y llamándose por el nombre una y otra vez. En que se repite hasta la extenuación que Johnny es el mejor amigo de Mark. Eso cuando no son diálogos que parecen ideados por extraterrestres intentando imitar el habla humana.

La dirección de Wiseau añade más confusión al delirante guion. Entre decisiones extrañas, como insistir en reproducir calles y azoteas como decorados en lugar de usar los escenarios reales fácilmente disponibles, actores que desaparecen para ser sustituidos por otros y obtusas formas de plantear las escenas, Wiseau convierte lo que podría haber sido un mediocre drama indie más en una bizarra experiencia.

Sin ningún motivo, hay una escena en la que los protagonistas juegan a rugby vestidos de esmoquin. La madre de Lisa, Claudette (Carolyn Minnott), le comunica a su hija que tiene cáncer con el mismo tono de voz con que le cuenta cotilleos de sus vecinos. El extraño ahijado de Johnny, Denny (Philip Haldiman), tiene problemas con las drogas y un camello intenta asesinarlo en una escena, para no ser mencionado de nuevo en las siguientes escenas en que aparece. Las interpretaciones son… peculiares. Pero sin duda es Wiseau quién brilla llenando la pantalla de momentos como este:

Y, por supuesto, no podemos olvidar la escena de sexo en que Johnny se posiciona de manera que parece que Lisa tiene la vagina donde el resto de mujeres tiene el ombligo.

En definitiva, The Room es una obra maestra del cine basura por la manera en que bombardea al espectador con momentos absurdos, provocando incontrolables ataques de risa en lugar de la reacción dramática deseada por su realizador.

3 The Room: El fenómeno

Hay películas que son lo que son, grandiosas u horribles, debido a la fuerte personalidad de su director. The Room no es ninguna excepción en este caso. Solo hace falta ver unos segundos de cualquier entrevista con Tommy Wiseau para darse cuenta de que no es una persona común. Su peculiar manera de ver la vida, el universo y todo lo demás hizo de The Room una película inolvidable. No es de extrañar que se convirtiera en una obra de culto, que empezó poco a poco pero no tardó en alcanzar el lugar privilegiado que ocupa hoy día.

Wiseau, que al parecer es un hombre muy acomodado financieramente hablando, alquiló un codiciado espacio para anunciar su película en una valla enorme en una zona de mucha visibilidad en Los Ángeles (la valla permaneció anunciando la película mucho tiempo después de que desapareciera de las salas de cine). Esta jugada le sirvió para que unos cuantos ciudadanos de la ciudad fueran a ver su obra maestra cuando se estrenó en 2003.

Unos cuantos de estos ciudadanos comentaron en Internet la maravilla de la que habían sido testigos y empezaron a formar grupos para ir a verla al cine, ya que estaban seguros de que desaparecería pronto de las pantallas (como así fue). Cuando al poco tiempo Wiseau editó la película en DVD, primero la compraron estos primeros espectadores, que, de nuevo, entraron en la red de redes compartiendo con el resto del mundo la maravilla que habían descubierto. Poco después, comentaristas de cine peculiar, como Allison Pregler en su antigua serie Obscurus Lupa Presents, empezaron a comentar también la película y su popularidad no hizo más que aumentar.

Es la gracia del siglo XXI: los implicados en la producción de la película, tanto el reparto como el equipo técnico, no tardaron en descubrir la fama que estaba obteniendo la película, empezando a construir una leyenda alrededor de la extraña personalidad de Wiseau y sus peculiares decisiones mientras rodaban la película. Cuando Wiseau supo del éxito de su película, no tardó en sacarle provecho con nuevas ediciones en DVD y, ahora también, Blu-ray. Aunque ahora intenta convencer a la gente de que, desde el principio, The Room fue diseñada como una comedia negra y que es así aposta. Pero solo hace falta verla para darse cuenta de que es demasiado (anti)natural como para ser hecha de esa manera adrede. Su estatus como figura de culto, además, animó a los cineastas responsables de Samurai Cop 2: Deadly Vengeance (Gregory Hatanaka, 2015) (tardía secuela de otro clásico ejemplo de cine basura) a incluir a Wiseau en el reparto, dándole un papel destacado.

Hoy día, fans de la película acuden a proyecciones del film vestidos como los personajes, instaurando rituales propios durante el visionado (como el lanzamiento de cucharas de plástico a la pantalla o contar las veces que se menciona que Johnny es el mejor amigo de Mark). En 2011, Greg Sestero y Tommy Wiseau protagonizaron una versión teatral del film. Poco después, en 2013, Sestero publicó The Disaster Artist, libro en el que relata su experiencia filmando The Room y en el que se basó James Franco para rodar su película sobre Tommy Wiseau y la creación de The Room.

4 Más allá de The Room

Ahora que, gracias a la película de James Franco, The Room entrará en el mainstream (o, por lo menos, el hipstream) es posible que muchos de vosotros estéis en busca de la nueva obra de culto o película basura que os permita decir: “¿The Room? Sí, la vi hace tiempo. No está mal, pero ¿has visto — — – ? Eso sí que es auténtico cine basura.” Pues estáis de suerte, hay mucho donde escoger.

El explorador del cine basura, de culto, tiene la suerte de moverse por alcantarillas cinematográficas por las que corren aguas muy profundas y oscuras. Explorando esta agua os podéis encontrar cosas como la pesadilla hecha realidad The Evil Within (Andrew Getty, 2017), producto de la obsesión y los malos sueños de un millonario que murió de sobredosis antes de verla estrenada. Todas las torpes y extrañas películas de Neil Breen son puro cine basura, en particular Fateful Findings (2013) y Double Down (2005). Pero si queremos algo que esté realmente a la altura de The Room en cuanto a torpeza formal, posiblemente la recién desenterrada Beyond the 7th Door (Bozidar D. Benedikt, 1987) tiene bastantes posibilidades de lograrlo gracias al trabajo de su protagonista, Lazar Rockwood. Lo cierto es que hay cientos de películas ahí fuera, extrañas joyas que esperan ser descubiertas por aquel que no tema el peligro.

Pero, tened cuidado, exploradores del abismo, nunca se sabe cómo afectará a vuestra cordura una continua exposición a obras de semejante calibre.