Regresa el oso más irreverente del cine. Ted (voz de Seth MacFarlane) se ha casado con Tami-Lynn y, para arreglar los problemas de su matrimonio, deciden tener un bebé. Cuando intentan adoptar uno, se descubre que Ted es considerado propiedad por el gobierno de los Estados Unidos y no una persona. Con la ayuda de su mejor amigo John (Mark Wahlberg) y la abogada Samantha L. Jackson (Amanda Seyfried), Ted se embarcará en una lucha para ser reconocido como persona.
Ted 2 (Seth MacFarlane, 2015) se enfrenta a dos grandes problemas: la dificultad de hacer una secuela de una comedia que funcione (muy pocas lo logran) y el estancamiento creativo de MacFarlane. Mientras que en Ted (2012), el director, guionista y protagonista demostraba que podía hacer algo divertido y original que no se pareciera a la serie Padre de familia (Family Guy), en esta ocasión es todo lo contrario: Ted 2 es un episodio de Padre de familia de dos horas (un episodio no muy bueno, todo sea dicho). Si en la primera película el personaje de Wahlberg se enfrontaba al desafío de salir de la permanente infancia en que se encontraba estancado y debía madurar, en Ted 2 el personaje que impulsaba este cambio, Lori, a la que daba vida Mila Kunis, ha desaparecido. John se ha divorciado y se pasan la película comentando que no era la persona adecuada (lo cual resulta bastante mezquino si recordamos que Ted le debe la vida a Lori) y el nuevo interés romántico, Sam, se dedica a celebrar la actitud inmadura de John. Esta dinámica es una perfecta alegoría de la decadencia de MacFarlane.
En Ted 2 se multiplican las referencias y los chistes relacionados con la cultura pop, llegando al extremo de tener a Ted, John y Sam bailando como los protagonistas de El club de los cinco (The Breakfast Club, John Hughes, 1985) al ritmo del tema principal de La revancha de los novatos (Revenge of the Nerds, Jeff Kanew, 1984); se multiplican los diálogos aleatorios incrustados en la película, igual que se incrustan gags salidos de la nada que no tienen nada que ver con la película o los personajes, se producen los inevitables cameos y tenemos el habitual diálogo que da a pie a un flashback gracioso. Todo ello contribuye a alargar la película hasta llegar casi a las dos horas, de las cuales apenas la mitad está dedicada a la trama.
También se debería añadir los que se pierden en la traducción. Es decir, los que hacen referencia a celebridades americanas o los cinco minutos dedicados a burlarse de la Universidad de Arizona, que tal vez resulten hilarantes en Estados Unidos pero aquí no acaban de funcionar. Por lo menos el que esto escribe desconoce por qué la Universidad de Arizona es objeto de estos chistes.
Lo frustrante es que podía haber sido una buena comedia si se hubiera enfocado un poco más la estructura, para que no recordara tanto a la de un episodio de Padre de familia, porque el principio donde se nos muestra los problemas maritales de Ted y Tami-Lynn resulta bastante divertido. Ted 2 podría haber sido una divertida parodia de los dramas de pareja del mismo modo que, en cierta forma, Ted satirizaba la comedia romántica. Pero la trama de los problemas maritales es rápidamente dejada de lado y se pasa a los problemas para tener un hijo de la pareja que, finalmente, nos lleva a la trama principal. También hay algunos gags que resultan bastante efectivos, pero funcionan de forma independiente ya que están incrustados en la película. Por ejemplo, el momento en que sin ningún motivo Ted y John van a un club de improvisación y se dedican a lanzar sugerencias tristes y deprimentes (Robin Williams, las oficinas de Charlie Hebdo) a los cómicos. Es como si MacFarlane estuviera reciclando chistes que no pudo incluir en Padre de familia.
Teniendo en cuenta su larga duración, las risas durante la película resultan bastante espaciadas y en la parte final están prácticamente ausentes. Pero supongo que si os divertisteis con Mil maneras de morder el polvo (A Million Ways to Die in the West, Seth MacFarlane, 2014) es posible que Ted 2 también os divierta. Yo no la recomiendo.
Estreno en las salas españolas el 31 de julio.
