Pocas veces una novela gráfica alcanza tanta notoriedad tan rápido, incluso fuera del mundo de los cómics, como Lo que más me gusta son los monstruos de Emil Ferris, publicada en una excelente edición por Reservoir Books. Solo hace falta empezar a leer esta obra para darse cuenta del por qué.
Esta es la historia de Karen Reyes, una niña de diez años que vive en el Chicago de 1968 con su madre y su hermano. Karen está obsesionada con los monstruos y el cine de terror, una obsesión que la llevará a investigar la muerte de Anka Silverberg, una vecina suya. Esta premisa es la base sobre la que se construye un relato donde lo interesante es cómo Karen descubre cosas sobre sí misma y nosotros el mundo en el que vive.
Las páginas imitan las hojas de rayas de los cuadernos escolares que Karen utiliza como diario. La narración gráfica se aparta de la distribución clásica en viñetas, para meternos de lleno en la cabeza de Karen y mostrarnos cómo vive su día a día, sus obsesiones y su investigación del asesinato de Anka. Cada capítulo está separado por una copia de una portada de una revista de terror (inventadas por Ferris) que, de forma alegórica, alude al contenido del capítulo. El estilo de dibujo varía según lo que esté tratando Karen, que se representa a sí misma como un hombre lobo detective.
Como se ha destacado en muchos artículos, la autora se puso a trabajar en esta obra después de contraer el virus del Nilo Occidental en 2001, que la dejó paralizada de cintura para abajo y también paralizó su mano derecha, que utilizaba para dibujar. En el largo proceso de recuperación, Ferris logró recuperar la movilidad perdida, utilizando esta obra como parte de la terapia. Unos hechos que hacen apreciar aún más las ilustraciones de la autora, que incrementan la potencia dramática del cómic.
Lo que más me gusta son los monstuos es una historia en la que muchas cosas se han de leer entre líneas, lo que le añade interés al conjunto. Vemos lo que sucede a través de los ojos de Karen, lo que significa que el lector debe interpretar lo que se cuenta y deducir qué significa. Empezando por el hecho de que, como es la norma en este tipo de historias, Karen utiliza la fantasía y los monstruos como manera de enfrentarse a una realidad más aterradora que cualquier vampiro u hombre lobo. Además, cuando se va descubriendo la historia de Anka, no solo vemos la interpretación que hace Karen de lo que se le cuenta, también se ha de tener en cuenta que Anka no es una narradora fiable y utiliza diversas alegorías para contar su historia y cómo sobrevivió al Holocausto.
Por complicado que parezca contado así, Ferris logra que la lectura sea ágil y rápida. La manera de narrar visualmente es muy directa, presentando de forma sencilla unos complejos recursos narrativos textuales. Esta conjunción de sencillez y complejidad, más la cantidad de temas que van enriqueciendo la historia, como el racismo, la homosexualidad, y el Holocausto, sin olvidar la rica galería de personajes que encontramos en sus páginas, ha convertido Lo que más me gusta son los monstruos en toda una sensación. Una obra cuya lectura resulta absorbente y fascinante. E invito a los lectores a descubrirlo por si mismos.
Lo que más me gusta son los monstruos lo edita Reservoir Books. 416 págs. Color Rústica con solapas. 20,5 X 26,5 cm. ISBN: 9788417125639