Martin Quenehen (guion) y Bastien Vivès (dibujo) realizan una nueva aventura del marinero creado por Hugo Pratt, al margen de la cronología del personaje en la que sí entran las historias creadas por los españoles Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero en los últimos años. Océano negro es un album independiente en el que Corto Maltés vive, por primera vez, una de sus aventuras ambientada en nuestros tiempos.
Ubicado en 2001, el protagonista persigue un tesoro que le llevará a visitar diferentes países como Japón, Perú o Panamá dejando de relieve que su libertad de movimiento no podrá ser tan a la ligera como en viejas aventuras. La modernidad del entorno para el marinero le llevará a enfrentarse a nuevos peligros más en consonancia con el siglo XXI. Asimismo conocerá nuevos personajes con problemas actuales de nuestra sociedad.
Océano negro también recupera a viejos conocidos como Rasputín, nuevas compañeras de hazañas como Freya y estos encuentros sumados a los tempos más relajados del personaje en que disfruta de la travesía son las únicas licencias nostálgicas que sus autores se permiten en una trama más de intriga y acción, y con alguna sorpresa de por medio.
Un álbum que rompe en muchos sentidos la tradición de Corto Maltés pero que abre la puerta a nuevas posibilidades, como ya ha pasado con personajes como Lucky Luke en el que nuevos autores han versionado y contado su propia historia del personaje, Quenehen y Vivès han hecho lo propio con este. Una aventura distinta, muy disfrutable y que podría ser el inicio de una nueva etapa más actual si decidiesen continuarla.
El binomio Quenehen y Vivès vuelve a funcionar perfectamente como ya sucediera en Catorce de julio.
El trabajo gráfico del enfant terrible del cómic francés actual es muy bueno, en Océano negro es mucho más concreto que en sus obras más experimentales, sus formas son más fieles y menos conceptuales lo cuál lo hace más cercano para el lector ajeno. Su «simpleza» brilla de todos modos, que además goza en sus primeras 14 páginas con color de Patrizia Zanotti.
El volumen cierra con varias páginas de bocetos, pruebas y más de Bastien Vivès acercándose al dibujo de Pratt.
