En 2021 ganó el Concurso Manga que realiza Norma Editorial de forma anual, como resultado Joan C. publicó su primera obra «Okaasan», una historia de superación personal donde la protagonista debe luchar por enfrentarse a su pasado, a la vez que un fenómeno meteorológico arrasa con todo. Con «Eterno Yoshio», su segundo manga, el autor logra superar las expectativas y nos ofrece la biografía de un ciudadano de Okinawa, desde su juventud hasta sus últimos días, que tras descubrir la longevidad de las tortugas se emociona con la posibilidad de vivir para siempre. Una obra muy emotiva que conecta con el presente.

Charlamos con Joan C. (Lleida, 1983) acerca de este nuevo manga, de los conceptos que toman fuerza en la trama, de su creación, del aprendizaje de ser su segundo trabajo, para acabar conociendo más de sus inicios como dibujante y guionista de cómics, su participación en fanzines de Paco Hernández.
¿Qué te inspiró a realizar «Eterno Yoshio»?
Cuando acabé «Okaasan», pues te enfrentas al papel en blanco y piensas, «¿qué historia voy a empezar ahora?» Y, como una de las cosas que me caracteriza es la obsesión por algunos temas, tenía la obsesión en esos tiempos de las zonas azules de Okinawa. Entonces me planteé «Ostras, ¿por qué no hacer una historia sobre este tema?» A priori puede sonar un poco raro, pero planteé un guion que le envié a los editores de Norma, a Anabel, les pareció bien. Creé una historia en función de estos hechos basados en hechos reales.
En la obra hablas de las zonas azules y el modo de vivir en Okinawa ¿Qué tienen de especial?
Son muy curiosas porque en Ōgimi, particularmente en Okinawa, es la zona donde hay más longevidad dentro de todo Japón. Tienen un modo de vivir los okiwanenses bastante peculiar, que se ve en la obra. Tienen el sentido de la comunidad que lo llaman Moai. Tienen el sentido de la alimentación, el practicar el Hara Hachi Bu, que es siempre comer hasta el 80% de tu capacidad. Tienen unos hábitos de ejercicio, es supercurioso ver como ancianos de 90, 100 años hacen kárate y se van a la playa hacer abdominales.
No sé, son gente muy afable, muy amable, siempre tienen una sonrisa, son muy humildes. Me gusta la gente así. Entonces, para esta obra necesitaba personajes muy simpáticos y muy humildes, muy humanos. Me atrajo de los okiwanenses que son particulares, son diferentes a los japoneses, pero tienen un espíritu bastante admirable, la verdad.
Sobre los conceptos que comentas, los utilizas casi como episodios, ¿lo tuviste claro desde el comienzo?
Sí, estos conceptos fue la parte más difícil, quizá, ordenar la historia de un personaje ficticio con estos hechos y estos hábitos reales japoneses y que cuadraran con su vida, con su trayectoria. Son unos hechos que son reales, que practican la gente de Okinawa, concretamente del pueblo de Ōgimi. Los he ido introduciendo y el lector los va conociendo en cada capítulo.
¿Qué esperas transmitir con esta obra al lector?
Primero, que la disfruten, que les guste. Segundo, que si pueden aprender alguna cosa de lo que practica Yoshio en su día a día. No es un manual como tal, pero puede servir para ayudar a ciertas personas. Es una historia muy livianita y de aprender a vivir, entender un poco lo que es hoy en día el mindfulness, pero hecho manga, por lo que siempre estará bien leerlo.
Se trata de tu segundo manga ¿qué fue lo que más valoraste haber aprendido del primero para hacer mejor el segundo?
Del primero aprendes, tienes muchos errores de primerizo, tanto en el guion como en el dibujo, artísticamente. «Ay, pues estas tramas han quedado muy oscuras, este sangrado no lo calcule muy bien». Son los típicos errores de obra primeriza.
Entonces, en el segundo lo controlas más. Intentas que la calidad del dibujo sea superior porque has aprendido más y en el guion esforzarte más para que todo esté bien explicado. Que luego, comparando las dos obras, veas una evolución. Al menos es lo que se pretende, si funciona o no, al menos se pretende siempre ir a mejor.
He salido un poco de mi zona de confort para aprender cosas nuevas. Sí que es verdad que cuando lees «Eterno Yoshio» se nota que soy el autor de «Okaasan». Las dos obras narrativamente son muy parecidas, aunque diferentes, pero la distribución de viñetas y todo esto me gusta seguir un estilo, de modo que eso sí que lo he mantenido. Pero bueno, dentro de este estilo que puedes mantener, siempre puedes intentar buscar la perfección, que no existe, pero sí siempre intentar superarte.
El manga tiene momentos muy emotivos que logran arrancarte unas lágrimas, ¿Cómo de preparado y trabajado ha estado este aspecto?
No fue buscado. No pienso cuando hago una obra: «Aquí el lector va a llorar o se va a emocionar», no lo pienso. Realmente planteo una historia, la hago y luego me doy cuenta de que «Ostras, pues aquí sí que he tocado un poco la fibra», pero es algo que no tengo en cuenta si el lector va a sentir esto o algo.
Cuando planteas la historia tienes que poner momentos un poco dramáticos, tienes que tener un poco un zigzag de emociones para que el lector: primero, no se aburra, segundo, para que también mantenga la lectura constante. Pero que tenga esas emociones de llorar o tal, pues no; es algo que me dice la gente que lo lee y digo, «ostras, sí», pero no es algo intencional ni que vaya buscando, la verdad. No sé cómo, pero me sale natural.

En «Eterno yoshio» reflejas muy bien dilemas morales, de si ser egoísta o no, incluso en ámbitos laborales, en un momento dado a un doctor se le plantea un sistema que rechaza en pos de sus pacientes, por ejemplo. ¿Es la piedra en el camino de la sociedad?
Creo que vivimos hoy en día en una sociedad bastante conflictiva en sí, entonces era bastante fácil poner estas cosas. Porque sí que es verdad que el mayor conflicto que vivimos hoy en día somos nosotros mismos y como sociedad. Entonces, ahí sí que te digo que fue algo que quise meter de… «A ver si espabilamos todos y nos relajamos un poquito y cambiamos un poco este mundo entre todos porque nos vamos a la deriva».
Sí, eso fue intencional y sobre todo la parte de lo que dices tú, del médico y tal, lo reconozco. Pero realmente son conflictos que vivimos todos y que no hace falta que haya un malo malísimo por la calle para que destruya el planeta. Realmente lo podemos destruir nosotros fácilmente con nuestro día a día. Entonces, que sea una lectura muy livianita y muy tranquila, no significa que no te haga pensar y decir, «esto lo hago yo, o esto debería cambiarlo.» Ojalá, que la gente que lo lea pueda decirse, «Ostras, pues aquí mira cómo lo hace Yoshio.» Pues igual, esto lo podría mejorar o ser mejor persona, o ser más empático con mi alrededor…, va por ahí la cosa.
¿Cuál es tu formación como dibujante?
Autodidacta, desde pequeño, desde que cogí el lápiz hasta hoy. Ha sido siempre aprender, pues lo típico, primero copiando, copiaba Mortadelo en mi época. Soy de Cataluña y con la llegada de «Doctor Slump» y «Dragon Ball», que fue como el boom más fuerte aquí, pues pasé de los Mortadelos al Son Goku y Arale. Bueno, practicar cada día y automotivarte, porque al final es algo que te gusta y te automotivas y dibujas, pero, aparte de dibujar, siempre lo que me gustaba a mí era contar historias. Ya de muy pequeño hacía lo que eran las viñetas y los bocadillos. Entonces, tanto en parte del guion como en dibujo, he sido siempre autodidacta.
¿Y cuál es tu relación con los cómics y el manga? ¿Eres lector? ¿coleccionista?
Sí. A ver, en mi infancia sí, ya te digo, desde pequeño empezaba con el cómic español, podíamos decir. Luego ya me pasé al manga, entonces ahí sí que tuve una época de consumismo y de coleccionismo fuerte. Lo que había en la época: «Evangelion», «Dragon Ball», lo consumía prácticamente todo. Sí que es verdad que hace unos años que, como ahora soy minimalista, intento no tener mucho cómic en casa y la verdad es que no leo lo que debería leer; debería leer muchísimo más. Estoy bastante desconectado lo que son las lecturas actuales, de los nuevos autores y es algo que tengo pendiente de ponerme un día a leerme obras que me estoy perdiendo y realmente las tengo que leer. Son obligatorias tener.
¿Qué te impulsó a realizar tus propios cómics? ¿Soñabas con ser profesional?
Sí. Cuando con el concurso de Norma Editorial dije, bueno, quizás es momento de que me presente y pase de amateur a profesional en el caso de ganar. Me dije, voy a probarlo. Seguía cada año el concurso y siempre votaba, me encantaba, pero por A o por B no acababa de participar porque te falta tiempo de estar en otras cosas. Entonces, el año de «Okaasan» me presenté, «Bueno, voy a probar» con la suerte de que gané. Entonces fue ahí cuando dije, «Ostras, pues ya soy dibujante profesional, ¿no?».
Esto fue hace 3 años, tampoco hace tanto. Ahora veo dibujantes de manga que tienen 20 años con un nivelazo que dices, «madre mía». Algo que me lamento es haber empezado tan tarde, pero bueno, nunca es tarde si la dicha es buena.
¿Habías hecho algo antes de «Okaasan»? ¿Fanzines, historias cortas, …?
Había participado en varios fanzines que llevaba Paco Hernández, que es un famoso divulgador de cómics en redes sociales. Somos de la misma ciudad, entonces le contacté y le dije, «Mira, es que quiero contar historias», me dijo «Vale», le presenté unas historias, ya ves tú, unas chorradas. Y me dijo, «Ah, pues están muy bien».
Así hicimos varios números en su fanzine porque, no sé si era uno cada trimestral o algo así. Después, por mi cuenta, porque sí, me autopubliqué un tomo de 160-180 páginas, para ponerme a prueba. Practicar páginas y narrativa. Eso fue unos años antes de «Okaasan».
Por otro lado, historias cortas que nunca se han publicado tengo un montón, también porque las hacía, pero para mí. Antes del fanzine, cuando era más pequeño. Aún las conservo, son indignas de ver. pero sí, ya practicaba dibujos y historias.

