Tras atar algunos cabos sueltos de su venganza, John Wick (Keanu Reeves) cree que por fin podrá regresar a la vida civil y llorar en paz a su esposa. Pero el destino llama a la puerta en forma del mafioso Santino D’Antonio (Ricardo Scamarcio), el cual le exige a John honorar el pacto cerrado con él cuando John buscaba una manera de dejar la violenta vida del asesino a sueldo. Negarse significa la muerte pero decir que sí significa embarcarse en una tarea imposible.
Posiblemente, una de las mayores vergüenzas de la historia de España sea que John Wick (Otro día para matar) (John Wick, Chad Stahelski, David Leitch, 2014) se estrenara directamente en televisión, sin pasar por las salas de cine y ni siquiera el DVD. Seguramente los distribuidores pensarían lo mismo que los grandes estudios de Hollywood: una película de acción de bajo presupuesto (para Hollywood) protagonizada por una estrella que ya no interesaba a los estudios, no hará gran cosa. Pero John Wick se convirtió en un éxito a pesar de todo, tan incapaz de morir como su protagonista. Su simple historia, su carismático protagonista y su manera de ejecutar la acción fueron las claves de su éxito.
Un éxito que ha hecho posible que ahora llegue a nuestras salas de cine John Wick: Pacto de sangre (John Wick: Chapter 2, Chad Stahelski, 2017). Una arrolladora cinta de acción repleta de innumerables disparos a la cabeza. Es una película violenta ambientada en un mundo secreto, lleno de códigos, reglas y normas: romperlas significa la muerte. Una sociedad secreta que vive de forma paralela a la nuestra, lo que típicamente significa que no había presupuesto para extras y los personajes se mueven por calles y ciudades vacías. Aquí no. Este mundo secreto se representa de manera que le otorga mucho realismo: los personajes se mueven en calles repletas de civiles que reaccionan de forma bastante lógica cuando se ven envueltos en medio de un tiroteo.
Este mundo paralelo de criminales, mafiosos y asesinos a sueldo está, además, meticulosamente creado, lleno de detalles que lo enriquecen como el lógico uso de tecnología desfasada y anticuada, lo que ayuda a que no sea detectada por las autoridades. Por ello, más las excelentes secuencias de acción, este parece un film más real que, por ejemplo, la reciente y divertidísima Fast & Furious 8 (The Fate of the Furious, F. Gary Gray, 2017).
Keanu Reeves y el director Chad Stahelski se conocieron durante el rodaje de Matrix (The Matrix, Lana y Lilly Wachowski, 1999): Stahelski fue el doble de acción de Reeves en este clásico. Y otro miembro de Matrix se une a John Wick: Laurence Fishburne aparece interpretando un pequeño papel de gran importancia. No es el único cameo del film, ya que aparecen diversos conocidos actores de carácter como John Leguizamo, David Patrick Kelly, Lance Reddick e Ian McShane, volviendo a interpretar a los personajes que dieron vida en la anterior entrega. Nuevas incorporaciones que destacan: el gran y siempre divertido Peter Stomare y Ruby Rose (Resident Evil: El capítulo final) como una asesina muda.
Esta es una película de acción hecha por amantes del cine de acción para los amantes del cine de acción. Arquetipos y elementos narrativos claves del género cuando está bien hecho aquí adquieren estatus mitológico. Espero que sea un grandioso éxito de taquilla porque ya tengo ganas de ver una tercera entrega.
Estreno en las salas españolas el 21 de abril