En 1996 nacía el primer videojuego que desembocaría en todo un fenómeno que, además de lanzar múltiples generaciones de sus populares protagonistas, ha dado el salto a infinidad de formatos: desde animes, mangas, juego de cartas, merchandising de todo tipo, películas de animación… pero todavía quedaba algo por hacer, su adaptación a imagen real. Es la historia del videojuego para Nintendo 3Ds Detective Pikachu la que sirve de base para llevar los pequeños monstruos a la gran pantalla con el popular bicho amarillo eléctrico como protagonista.
Pokémon: Detective Pikachu nos sitúa en Ryme City, una metrópolis que recuerda a Japón por sus calles llenas de publicidades de neón, en el que conviven Pokémons y humanos de forma libre, un sitio en el que no está bien visto las pokeballs y batallas. El fallecimiento del detective Harry Goodman obliga a su hijo visitar la ciudad, allí descubrirá que puede comunicarse con Pikachu, antiguo compañero de su padre, y que este puede seguir vivo. Juntos comenzarán a desentrañar los últimos pasos de su padre que les lleva tras una misteriosa sustancia gaseosa llamada R que vuelve a los Pokemons agresivos.
Como no podría ser de otra forma, Pokémon: Detective Pikachu tira por el cine de género negro y criminal, pronto tenemos a los protagonistas presentados y el misterio sobre la mesa para que comiencen a hilar pista tras pista. Una trama algo sencilla y nada gamberra como se pretendió presentar desde el primer trailer que queda rendido ante una puesta en escena espectacular donde reina los efectos especiales y el desfile de diferentes pokemons de aspecto hiperrealista. Y mientras los ojos nos dice, esto no es para niños, la historia habla por si sola y nos recuerda, está enfocado para el espectador juvenil.
Un acierto es tratar el mundo Pokémon para todo tipo de espectadores, tanto para neofitos como para jugadores, así que la entrada a este nuevo mundo es atractivo a muchos niveles, como si se tratase de la entrada al parque Jurásico. Aunque también por ese motivo peca un poco de exceso, sobre todo por alguna escena bastante prescindible a media película, pero el interés se aguanta más o menos hasta el final y no decae tanto como sucedía en ¿Quién está matando a los moñecos?, tal vez sea que la ternura de Pikachu no tiene límites.
Tras barajarse nombres como Robert Rodriguez, finalmente es Rob Letterman (Pesadillas) el director de Pokémon: Detective Pikachu quien aúna su experiencia en el mundo de la animación con el de imagen real con bastante soltura.
Sin duda uno de los mayores atractivos, al margen de ser una versión Pokémon realista, es la participación de Ryan Reynolds (Deadpool) dándole voz a Pikachu. El casting cuenta además con Justice Smith (Ciudades de papel) interpretando a Tim Goodman, Kathryn Newton (Lady Bird) como la reportera Lucy Stevens, Bill Nighy es Howard Clifford, el responsable de crear Ryme City, y Ken Watanabe el teniente Hide Yoshida.
Pokémon: Detective Pikachu es una película más que interesante, que aprueba con creces la adaptación gráfica de los populares personajes a gran pantalla y con una historia que sin ser deslumbrante es bastante entretenida y recomendable. Y más teniendo en cuenta que en el pasado otros videojuegos no corrieron la misma suerte (o que vendrán… y no estoy mirando a nadie, Sonic, ejem)