La franquicia Viernes 13 es de las más populares y conocidas no solo dentro del cine de terror, también lo es entre aquellos que no lo son. Por lo menos la figura del enmascarado Jason Voorhees les resultará familiar, a no ser que vivan en una cueva o sean millennials. Jason, con su máscara de hockey y machete en mano, forma parte del panteón moderno de iconos del cine de terror, junto a figuras como Leatherface, Freddy Krueger y Michael Myers, aquellos que marcaron el camino a los demás. Sin embargo, Jason es único en el sentido que su mito no se creó en una película, sino que fue desarrollándose a lo largo de varias películas; no es hasta la tercera entrega que aparece en la familiar apariencia por la que es conocido. Acompañadme en este viaje por una de las franquicias más icónicas del terror (hacedlo sin practicar sexo ni tomar drogas, no sea que Jason la tome con vosotros).
Viernes 13
(Friday the 13th, Sean S. Cunningham, 1980)
El sorprendente éxito del clásico de John Carpenter La noche de Halloween (Halloween, 1978), provocó que inmediatamente se pusieran en marcha y se estrenaran películas de terror intentando beneficiarse de la nueva moda. El productor y director Sean S. Cunningham quiso también aprovecharse de este éxito, a su manera: si el film de Carpenter se había basado en una fecha significativa, él haría lo mismo. Por ello, sin tener guion ni presupuesto ni nada, decidió poner un anuncio en la prensa que decía: Del productor de La última casa a la izquierda: Viernes 13, la película más aterradora que jamás se ha hecho.
El objetivo de esta maniobra era comprobar que nadie se había hecho ya con los derechos del título Viernes 13. Y funcionó muy bien: no solo comprobó Cunningham que nadie tenía los derechos, además muchos inversores se pusieron en contacto con él interesados en invertir dinero “en la película más aterradora que jamás se ha hecho”. Por supuesto, Cunningham necesitaba poner rápidamente en marcha el proyecto, así que le encargó a Victor Miller el guion. Miller cuenta en varias entrevistas que se fue al cine a ver La noche de Halloween y estuvo tomando notas, ya que no había escrito nunca nada relacionado con el terror. Más tarde, en el guion también colaboraron Cunnigham y Ron Kurz (este último sería más adelante el guionista de la segunda entrega).
Al contar con un reparto que consistía en su mayoría de actrices y actores jóvenes desconocidos, incluido un tal Kevin Bacon, y cuyo único rostro familiar para la audiencia de la época, Betsy Palmer como la señora Voorhees, no aparecía hasta el último rollo, se decidió que las estrellas de la película serían los efectos de maquillaje. De estos efectos se encargó el maestro Tom Savini, que se había hecho famoso con las truculencias que había creado para los films de George A. Romero. Centrarse en los efectos contribuía al tono de “montaña rusa” que buscaba el director, provocar que los espectadores saltaran en su asiento y se lo pasaran bien, sin pararse a analizarlo en exceso. Los mayores saltos los provocó un memorable susto final, copiado de Carrie (Brian De Palma, 1976), todavía efectivo hoy día.
El film fue un masivo éxito de taquilla. Atentos a la moda del cine de terror, los grandes estudios empezaron también a producir títulos, pero también a distribuir películas de bajo presupuesto rodadas de forma independiente. Esto, aunque en aquella época se veía el cine de terror a la misma altura que el cine porno, y los estudios les parecía rebajarse estrenar películas de terror de serie B, algunas de ellas hoy clásicos. Pero, claro, los millones ganados por Halloween pesaban mucho más que cualquier reparo. Por ello, en un hecho sin precedentes, Paramount decidió distribuir Viernes 13 y ponerla en pantallas a lo largo de todo el país, haciendo posible que la película batiera récords de taquilla e iniciara realmente la fiebre slasher de los 80.
El slasher es un subgénero del cine de terror en el que un asesino, normalmente enmascarado, se dedica a eliminar uno a uno varios personajes, hasta que, habitualmente, solo queda uno, con el que se enfrenta el asesino. La semilla del género la hallamos en la novela de Agatha Christie Los diez negritos, en que diez desconocidos son invitados a una isla y son eliminados uno a uno. Pero es con el éxito de Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960) que se empiezan a poner en marcha lo que hoy día se conoce como proto-slashers, películas como Seis mujeres para el asesino (6 donne per l’assassino, Mario Bava, 1964) o El rostro de la muerte (Communion aka Alice, Sweet Alice, Alfred Sole, 1976). Durante los años 70, además de clásicos como La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974), en el giallo italiano encontramos los ingredientes finales que crearon este subgénero, como el asesino enmascarado y la cámara subjetiva. En este sentido fueron especialmente influyentes Torso – Violencia carnal (I corpi presentano tracce di violenza carnale, Sergio Martino, 1973) y Bahía de sangre (Reazione a catena, Mario Bava, 1971). Navidades negras (Black Christmas, Bob Clark, 1974) es una excelente y clásica producción canadiense que toma elementos del giallo (que disfrutaba de un gran éxito en Estados Unidos) y los mezcla de forma definitiva: asesino misterioso, grupo de jóvenes protagonistas, cámara subjetiva. John Carpenter, en su film Halloween, recoge elementos del giallo, calificó este film como su película “a lo Dario Argento”, y también de Navidades negras, de hecho habló con Bob Clark de hacer una secuela antes de centrarse en su película, para crear el que se considera primer slasher.
Viernes 13 recoge todas estas influencias de forma inconsciente al tomar como modelo Halloween, y, al añadirle las muertes creativas con gráficos efectos especiales, se convierte en el modelo que todos los demás imitarán durante los 80. Incluso Halloween 2: Sanguinario (Halloween II, Rick Rosenthal, 1981) sigue más de cerca el modelo de Viernes 13 que el de Halloween.
El éxito de Viernes 13 y la marabunta de películas de terror que lo siguió provocó las iras de las diversas asociaciones que velaban por la salud y la decencia del país, que horrorizadas se quejaron de que la MPAA, que clasifica y censura las películas en Estados Unidos, había sido muy permisiva con Viernes 13. Esto provocó que la MPAA viera la saga como el anticristo y, a partir de entonces, fue especialmente dura con todas las secuelas que vinieron a continuación.
En la actualidad, Viernes 13 sigue manteniéndose en forma. Aunque nunca fue un buen film de misterio, se sabe quién es el culpable al segundo de aparecer en pantalla, el mencionado tono de montaña rusa hace que siga siendo un film divertido y entretenido. Pero, al contrario que en otras franquicias, se vería superado por sus secuelas.
Viernes 13, 2ª parte
(Friday the 13th Part 2, Steve Miner, 1981)
Esta entrega es histórica dentro de la saga ya que es la primera en la que aparece Jason Voorhees como el asesino. Es también histórica porque supera la primera entrega en calidad y aparece una de las final girls más querida por los fans, Ginny, a la que da vida Amy Steel.
Stephen King resumía, en su libro Danza macabra, el atractivo de Viernes 13 comparándola con las truculentas leyendas urbanas que se cuentan alrededor de una hoguera de acampada. Y eso es exactamente lo que son estas películas, que se basan más en el impacto y la emoción que en la lógica de una sólida narración. Es algo que Viernes 13, 2ª parte ejemplifica de forma fantástica en una escena en la que el jefe del campamento Crystal Lake, Paul (John Furey), cuenta la leyenda de Jason Voorhees (Warrington Gillette) alrededor de una hoguera al resto de monitores. Una escena que veríamos repetida también en películas de aquel año como La quema (The Burning, Tony Maylam, 1981) y Madman, el loco (Madman, Joe Giannone, 1981).
Esta escena también resume el tono y las intenciones de la película, una de las más expeditivas y efectivas de la saga. Steve Miner, usando la steadicam en largas secuencias, aporta un estilo más cinematográfico a la narrativa visual que el utilizado por Cunningham. Un estilo que funciona perfectamente a la hora de mostrar los asesinatos, cuyos efectos de maquillaje esta vez no vinieron de la mano de Tom Savini, que prefirió hacer La quema ya que no entendía cómo podía ser Jason el asesino si en la primera se supone que está muerto. De entre los truculentos efectos del film, es famoso el doble asesinato de una pareja en su cama, tomado prestado del film de Bava Bahía de sangre, y el machetazo en la cara de un pobre parapléjico.
Esta segunda entrega es uno de los mejores slashers estrenados en una época llena de slashers, un clásico por si mismo. Su éxito aseguró que se rodara una tercera entrega.
Viernes 13, parte III
(Friday the 13th Part III, Steve Miner, 1982)
Repite Steve Miner como director en una entrega que resulta algo más floja que la anterior. A principios de los 80 se produjo un revival del cine en 3D, por ello se decidió añadirle una “dimensión extra” a esta entrega, para cubrir el hecho de que la historia en sí no era muy interesante. La acción se inicia justo después de los acontecimientos de la anterior entrega (así que, técnicamente, este film transcurre el sábado 14) y se centra en un grupo de amigos sin mucho interés que deciden pasar el fin de semana en Crystal Lake.
El 3D hace que resulte bastante curioso ver el film hoy día, ya que continuamente los personajes van lanzando cosas a la pantalla y poniendo objetos en primer plano, dándole un toque bastante absurdo al conjunto (en la reciente edición en Blu-ray se puede disfrutar de la película en 3D y se incluye un par de gafas especiales con una lente roja y otra azul).
Además del 3D, esta película tiene un lugar especial dentro de la saga no tanto por su calidad como por ser la primera en la que Jason aparece con su famosa máscara de hockey.
El hecho de estar situada entre dos de las mejores entregas de toda la serie no ha favorecido mucho a esta tercera entrega, pero no ha perdido el encanto ochentero que tienen estas películas.
Viernes 13: Último capítulo
(Friday the 13th: The Final Chapter, Joseph Zito, 1984)
Primera de las dos “últimas” entregas, Viernes 13: Último capítulo se encuentra entre las mejores entregas de la saga y es una de las favoritas de los fans, que muchas veces la ponen en primer lugar como mejor película de la serie.
La película fue dirigida por Joseph Zito, debido a su trabajo en otro recordado slasher de la época: El asesino de Rosemary (The Prowler, 1981). Zito cambia el estilo establecido por Steve Miner en las anteriores entregas más fluido por una manera de narrar más enfocada hacia el ritmo y la acción, aunque inicia el film con un elaborado plano secuencia que nos muestra las consecuencias del final de la película anterior.
Mientras las autoridades intentan aclarar lo sucedido, Jason (Ted White) revive de su aparente muerte sin razón aparente y decide regresar a casa tras matar un par de trabajadores del hospital que se toman en serio lo de médicos y enfermeras. En casa, las futuras víctimas de Jason llegan a pasar el día en Crystal Lake. Entre ellos, está Rob (Erich Anderson), que busca al asesino de su hermana Sandra (una de las víctimas de la segunda entrega interpretada por Marta Kober, en un bonito y raro detalle de continuidad), y los Jarvis. Los Jarvis se componen de Mamá Jarvis (Joan Freeman), la hija mayor Trish (Kimberly Beck) y el pequeño Tommy (Corey Feldman). Tommy Jarvis es un personaje importante dentro de la saga: creado como un homenaje a Tom Savini (el pequeño es aficionado a crear máscaras y al maquillaje de efectos especiales), protagonizará una trilogía de películas dentro de la serie que se inicia con esta entrega (que, a su vez, cierra una especie de trilogía formada por las partes 2, 3 y 4 que transcurren seguidas en el tiempo).
Esta entrega, además, es también muy celebrada por el retorno de Tom Savini como responsable de los efectos especiales. Savini había trabajado con Zito en El asesino de Rosemary y, además, le pareció adecuado matar a Jason tras crearlo en la primera entrega, en el famoso susto final.
La posibilidad de que fuera la última, la calidad de los efectos y la dirección de Zito la convirtieron en una de las más taquilleras de la saga (o tal vez fue el bizarro baile que se marca un entonces desconocido Crispin Glover), de modo que Paramount decidió seguir adelante con la franquicia.
Viernes 13, parte V
(Friday the 13th: A New Beginning, Danny Steinmann, 1985)
He de advertir que mi opinión respecto a esta entrega se aparta del consenso de la mayoría. Mientras que muchos la desprecian por mostrar un “falso Jason”, es una de las que más me gustan dentro de la franquicia.
Esta entrega es la segunda dentro de la trilogía Tommy Jarvis. Nos muestra al joven Tommy (John Shepherd) que, cinco años después de los eventos mostrados en Último capítulo, es enviado a un refugio donde se ofrece tratamiento psiquiátrico para jóvenes. De este modo espera poder superar los problemas causados por el trauma de acabar con Jason. La localización en este refugio nos ofrece una interesante colección de personajes que se aparta de los más típicos que habíamos visto hasta ahora.
El film es un regreso a los inicios, ya que juega con el misterio de la identidad del asesino, igual que en la primera entrega (y, al igual que en la primera entrega, a los dos segundos de aparecer en pantalla se sabe quién es el asesino). Con Jason muerto, se sugiere que Tommy podría continuar con su obra mediante las alucinaciones que tiene durante la película y con un ambiguo final se pensaba preparar el terreno para futuras entregas (algo parecido quisieron hacer en Halloween 4: El regreso de Michael Myers [Halloween 4: The Return of Michael Myers, Dwight H. Little, 1988]). Pero esa idea fue desechada en la siguiente entrega (igual que hicieron en Halloween 5: La venganza de Michael Myers [Halloween 5: The Revenge of Michael Myers, Dominique Othenin-Girard, 1989]).
Steinmann dirige con frenética alegría un film pasado de vueltas y lleno de sabrosa sordidez, como solo podía ofrecer el director del clásico de culto Calles salvajes (Savage Streets, 1984). Si uno puede ver más allá del “falso Jason”, se encuentra con una de las entregas más disfrutables de la saga.
Viernes 13 VI: Jason vive
(Jason Lives: Friday the 13th Part VI, Tom McLoughlin, 1986)
Se cierra la trilogía Tommy Jarvis con el regreso de Jason Voorhees de la tumba, para alegría y regocijo de todos sus fans, en la que es una de las mejores entregas de toda la saga (la tercera en mi lista).
El director y guionista Tom McLoughlin no solo trajo de vuelta a Jason, además añadió un bienvenido sentido del humor metalingüístico que se adelantaba una década a lo que luego explotaría con mucho éxito la hoy clásica Scream: Vigila quién llama (Scream, Wes Craven, 1996). El humor autorreferencial siempre había formado parte del cine de terror de los 80, especialmente con directores como Joe Dante y John Landis. Y si a esta tendencia le sumamos que, para mediados y finales de los 80, el slasher estaba en decadencia, con títulos de cada vez peor calidad, la aparición de este tipo de humor meta era inevitable. Viernes 13 VI abrió el camino en una tendencia que luego nos daría títulos como fundamental slasher metalingüístico Terror en el instituto (Return to Horror High, Bill Froehlich, 1987).
Además del humor meta, McLoughlin nos ofrece un film de ritmo frenético lleno de rápidos diálogos, que parecen más propios de un film de Howard Hawks que de un slasher ochentero, a ritmo de Alice Cooper. Además, es el primero (y único, de momento, sin contar flashbacks) que muestra el campamento Crystal Lake en funcionamiento lleno de niños y niñas esperando que el hombre del saco no se los lleve.
Este film marca para muchos la primera aparición del “Jason zombie”, la máquina de matar imposible de ídem, debido a la manera puramente gótica en que Jason es resucitado. Una distinción que creo absurda: ¿se supone que un ser humano podría resistir ser herido con machete y recibir un hachazo en la cabeza y seguir vivo como hace Jason en las anteriores películas? Tiene más sentido que Jason siempre haya sido esta máquina de matar no muerta desde el principio.
Viernes 13 VI también marca el fin de una época. Esta es la última entrega “clásica” de Viernes 13. Es decir, la última que muestra a Jason masacrando adolescentes en Crystal Lake, sin más aditivos (hasta el inicio del nuevo ciclo en 2009). A partir de ahora, la saga sufrirá el síndrome de no-podemos-hacer-lo-mismo-de-siempre-hagamos-algo-distinto que marcará la peor época de la franquicia.
Viernes 13 VII: Sangre nueva
(Friday the 13th Part VII: The New Blood, John Carl Buechler, 1988)
Esta entrega fue originalmente concebida como Jason vs Carrie, en un intento de ofrecer algo nuevo que llenara las salas de cine. No pudieron conseguir los derechos para utilizar a Carrie, pero el concepto se mantuvo, con Lar Park-Lincoln como Tina, una adolescente con poderes telequinéticos manipulada por el malvado doctor Crews (Terry Kiser). Tina, inadvertidamente, devolverá la vida a Jason en una de las entregas menos brillantes de la saga.
Las peleas con la MPAA a lo largo de la década habían marcado cada una de las entregas de la serie, llegando al extremo en esta, la más recortada de todas. Como resultado el film dirigido por John Carl Buechler, que inició su carrera precisamente diseñando y creando sangrientos efectos, es de las más “limpias” de la serie. Buechler llegó a declarar que “la MPAA violó mi película”. Sin los efectos, hay poco que mantenga el interés en este film, que solo parece despertar en el enfrentamiento final entre Tina y Jason. Personalmente creo que el material cortado (incluido como extra en distintas ediciones) podría haberle añadido diversión a la película, pero no estoy seguro de que hubieran podido salvarla.
Además de incluir a la telequinética Tina, esta entrega es popular entre los fans por ser la primera en que Kane Hodder interpretó a Jason, papel que interpretaría consecuentemente en las entregas 8, 9 y 10. La mayoría de fans consideran a Hodder el Jason definitivo, aunque interpretó el papel en las peores entregas de la saga.
Viernes 13 VIII: Jason toma Manhattan
(Friday the 13th Part VIII: Jason Takes Manhattan, Rob Hedden, 1989)
Una de las peores entregas de la saga, por no decir la peor, esta es una película llena de malas ideas que se aseguró el fracaso cuando prometió, en la publicidad y el título, un Jason cometiendo atrocidades en la gran ciudad pero ofreció en su lugar veinte minutos rodados en callejones en Canadá. En su mayor parte, el film transcurre en un barco que lleva a un grupo de estudiantes de viaje de fin de curso de Crystal Lake a Nueva York (por lo visto, ya no es un lago lo que da nombre al pueblo sino un pequeño mar).
El director Rob Hedden, proveniente de la serie Misterio para tres (Friday the 13th: The Series, 1987-1990), escribió originalmente un guion que transcurría en su mayor parte en Nueva York, pero debido al bajo presupuesto se vio obligado a dejar la acción en la ciudad para el final. Posteriores cortes en el presupuesto obligaron luego a que la filmación en Nueva York se redujera a un par de días, resultando en que el equipo intentara disfrazar las calles de Canadá como si fueran las de la gran manzana.
Para mí, el concepto mismo de situar un Viernes 13 en una gran ciudad ya era equivocado. Este tipo de películas, pero en particular esta saga, funciona mejor en lugares aislados, solitarios, en los que no es fácil recibir ayuda o escapar. De hecho, si hubieran decidido localizar exclusivamente la película en un barco y anunciarlo así, es posible que hubiese funcionado mejor, ya que situaría a los personajes en un lugar en el que tendrían complicada la huida.
Además, el director toma demasiadas cosas prestadas de la saga Pesadilla en Elm Street y el conjunto final acaba siendo derivativo y aburrido.
Viernes 13 IX: Jason se va al infierno
(Jason Goes to Hell: The Final Friday, Adam Marcus, 1993)
El fracaso de taquilla de Jason toma Manhattan hizo que el desinterés de la Paramount por la saga se hiciera manifiesto. De modo que New Line no tuvo muchos problemas en comprar los derechos para continuar las matanzas de Jason (aunque no podían usar Viernes 13 en el título –en inglés-). La primera de las entregas producidas por New Line fue el segundo de los “capítulos finales” de la franquicia y es, también, de los títulos peor valorados por los fans.
He de decir que entiendo porqué muchos fans no aprecian esta entrega. En lugar de seguir la tónica de las otras secuelas, se decidió hacer algo completamente diferente: al principio del film Jason es destruido y su esencia va saltando de cuerpo en cuerpo, hasta que pueda renacer a partir de la carne de otro Voorhees. Pero, a pesar de ello, disfruto con esta película debido a su dirección raiminiana y sus continuos guiños y homenajes. No diría que es de mis favoritas ni mucho menos, pero, después del aburrimiento de la octava entrega, esta película me parece un bienvenido soplo de aire fresco (en particular recomiendo la versión sin censurar que apareció en su momento editada en Estados Unidos y solo se encuentra en DVD de importación).
Como ya hemos mencionado, el argumento del film presenta a Jason saltando de cuerpo en cuerpo, solo visible cuando el huésped se ve reflejado en un espejo, dejando un rastro de sangre en su camino hacia Crystal Lake. Esto nos da la oportunidad de conocer un poco el pueblo, del que hasta ahora solo se conocía a los sheriffs y los diferentes profetas de la muerte que aparecían en las entregas anteriores. Uno de los habitantes de Crystal Lake está interpretado por John D. LeMay, el protagonista Steven Freeman, acusado de los crímenes cometidos por Jason. Da la casualidad que LeMay fue uno de los protagonistas de Misterio para tres, un pseudo spin off televisivo de la franquicia que tuvo corta vida por culpa de las quejas de diversas organizaciones vigilantes de la moral.
Esta entrega es especialmente recordada por ese plano en el que vemos la mano Freddy Krueger con su inseparable guante de cuchillas llevarse la máscara de Jason. Teniendo en cuenta que New Line era la propietaria de los derechos de la franquicia Pesadilla en Elm Street (no por nada esta compañía independiente se conocía como “la casa que construyó Freddy”), las especulaciones sobre una película que juntase a los dos iconos del terror no tardaron en producirse, pero aún tendrían que pasar años antes de que esa película viera la luz.
Jason X
(James Isaac, 2001)
Esta entrega es, para mí, una de las peores de la saga aunque también tiene sus defensores. Y si los cineastas se hubieran mantenido fieles a la idea original, tal vez yo también sería uno de ellos.
Tras los irregulares resultados de Jason se va al infierno, decidieron volver a la segura fórmula de Jason mutilando adolescentes. En los estadios de preproducción se barajaron dos conceptos: el primero con el apoyo del director James Isaac que era situar la entrega en un paisaje nevado, jugando con el contraste entre el rojo de la sangre y el blanco de la nieve. El segundo proyecto, encabezado por el guionista Todd Farmer, era Jason en el espacio imitando el clásico Aliens (El regreso) (Aliens, James Cameron, 1986). Así, prevaleció la idea de hacer algo diferente básicamente imitando una película que ya había sido imitada un millón de veces desde finales de los 80.
La verdad es que si hubieran tenido el presupuesto como para hacer realidad algunos de los diseños preliminares que se hicieron para la película, podría haber sido algo muy especial. Pero el bajo presupuesto le acaba dando un look futurista bastante cutre, con unos efectos digitales que enfatizaban la pobreza del conjunto. Además, como la película se mantuvo guardada en una estantería durante un par de años (a los nuevos responsables de New Line les pareció horrible), para cuando vio la luz en salas de cine los efectos digitales parecían ya muy anticuados.
Pero lo peor de la película es el exceso de humor mal colocado. A medida que se fue rodando el guion, este se fue alterando, añadiendo mucha más comedia de la originalmente pretendida. Lo cual no sería un problema si no fuera porque mucha de esta comedia no es especialmente graciosa y comete el error de hacer humor a costa de Jason, destruyendo su poder amenazador.
A pesar de contar con un breve cameo de David Cronenberg, para mí esta entrega es la más insoportable de la saga.
Freddy contra Jason
(Freddy vs. Jason, Ronny Yu, 2003)
La historia de cómo Freddy contra Jason vio la luz podría llenar por si sola todo este artículo. Desde que New Line comprara los derechos del personaje Jason Voorhees a la Paramount en 1992, la idea de juntar a estos dos iconos había estado presente continuamente. Sin embargo, se estuvo desarrollando durante una década, tiempo durante el que diferentes guiones y propuestas se fueron barajando y desechando. El film que finalmente vio la luz se hizo en base a un guion de Damian Shannon y Mark Swift, el cual tenía diversos elementos de antiguos borradores, como la inclusión del Hypnocil. El guion de Shannon y Swift, aunque no está acreditado, fue luego repasado por David S. Goyer, cuya contribución consistió en comprimir el guion de modo que el film durase poco más de 90 minutos y algunos cambios en los diálogos poco afortunados (los comentarios homofóbicos del personaje interpretado por Kelly Rowland dirigidos a Freddy y cambiar el muy adecuado “niño de mamá”, con que Freddy originalmente insultaba a Jason, por un genérico “gilipollas”).
Esta película no solo convertía en realidad algo soñado por los fans desde hacía décadas, también fue la última en que Robert Englund interpretó a Freddy Krueger. Para muchos fue una oportunidad desperdiciada que no se escogiera a Hodder para hacer de Jason, optando en su lugar por el especialista Ken Kirzinger (el cual puede verse en la octava entrega como víctima de Jason). Curiosamente, el concepto original era Michael Myers vs Jason, idea que se barajó en una nunca realizada secuela. Igual que tampoco se hizo realidad Freddy vs Jason vs Ash, aunque sí en los cómics.
Dirigida por Ronny Yu, escogido por su trabajo en La novia de Chucky (Bride of Chucky, 1998), el film es bastante divisivo entre los fans. Tiene tantos defensores como detractores. Yo me encuentro entre los primeros, me gusta el balance que hace entre los dos iconos del terror, la energía y el nervio que aporta Yu y, sinceramente, me divierto mucho con ella. No es la mejor de ninguna de las dos sagas, pero rescató ambas de la oscuridad, después del sonado fracaso de Jason X y el trato injusto recibido por La nueva pesadilla de Wes Craven (Wes Craven’s New Nightmare, Wes Craven, 1994).
Viernes 13
(Friday the 13th, Marcus Nispel, 2009)
Cuando Platinum Dunes, la empresa creada por Michael Bay con el objetivo de hacer dinero haciendo nuevas versiones de clásicos del terror, anunció su intención de hacer un remake de Viernes 13, me temí lo peor. Por suerte, una vez los productores descubrieron que Jason con máscara de hockey no aparece hasta la tercera entrega, se desechó la idea (por una vez me alegré de la ignorancia de Platinum Dunes). Entonces, se pensó más bien en hacer una especie de reboot o una secuela o algo en lo que apareciere Jason con la máscara de hockey. No lo tengo claro porque el film, escrito por los guionistas de Freddy contra Jason, mezcla elementos de las cuatro primeras entregas de la saga, pero se puede ver también como una secuela más. Lo dicho: es un film en el que aparece Jason con un machete matando gente a diestro y siniestro, lo demás no importa.
Para mi propia sorpresa, el film funciona muy bien, a pesar de algunas ideas de dudosa efectividad (como la “brillante” idea de uno de los productores que insistió en que Jason se moviera bajo túneles por todo el terreno –sigo sin entender la lógica tras los túneles- o que Jason, aquí interpretado por el experto en interpretar monstruos Derek Mears, se convierta en secuestrador). En cierto modo, es la versión cliché de Viernes 13, encaja con la descripción que haría alguien que solo conoce de oídas la saga: “ah, sí, es esa peli en la que un tío con una máscara se carga adolescentes que mantienen relaciones sexuales o se drogan, ¿no?”
Y eso es exactamente esta película. Y funciona porque es exactamente lo que necesitaba la saga tras tantos experimentos y sucesivos intentos de huyamos-de-la-fórmula-hagamos-algo-diferente para acabar en fracaso. Jason tiene su lugar natural en el bosque, en el lago Crystal, acechando monitores en venganza por la muerte de su madre. Es simple, directo y efectivo como una canción de los Ramones.
Platinum Dunes es también la productora que se encuentra tras la nueva entrega de la franquicia, con aires de nuevo reboot. Una nueva entrega que tiene detrás también una larga y tortuosa historia. Después de que Warner comprara New Line, los derechos para hacer nada con la saga se complicaron bastante. Ya que mientras Warner tenía los derechos de Jason, Paramount conservaba los de Viernes 13 como título.
Unir ambos estudios en el film de 2009 fue complicado. Sin embargo, en 2013 Warner quiso llegar a un acuerdo con Paramount para tener participación en el film de Christopher Nolan Interstellar (2014). Como resultado de este acuerdo, Paramount adquirió de nuevo todos los derechos relacionados con Jason Voorhees y Viernes 13, a condición de que rodara una nueva entrega en el plazo de cinco años. Por eso, la primera fecha que Paramount anunció para estrenar la nueva entrega fue el 13 de marzo de 2015. Por suerte esa fecha nunca se cumplió, ya que entonces estaban empeñados en hacer un Viernes 13 usando el estilo found footage. Platinum Dunes convenció a Paramount de que no había forma de que semejante enfoque funcionara, así que desde entonces ha habido un continuo baile de directores y guionistas hasta que finalmente se anunció que el director de la nueva Viernes 13 sería Breck Eisner y sus guionistas serían Nick Antosca y Aaron Guzikowski.
Sin embargo, los malos resultados en taquilla de Rings (Señales) (Rings, F. Javier Gutiérrez, 2017) provocó que la Paramount se dejara llevar por el pánico y cerrara la producción de esta nueva entrega cuando estaba cerrándose el casting, por miedo a que eso signifique que el público ya no está interesado en secuelas de películas de terror. En abril de 2018 los derechos volverán a la Warner, por lo que el futuro de la franquicia parece incierto por el momento. Lo cual no habría sucedido si se hubiera dado a los fans lo único que pedían: adolescentes que van al campamento Crystal Lake y Jason los mata uno a uno de forma espectacular. En lugar de eso, Platinum Dunes y Paramount han perdido años buscando gimmicks y dándole demasiadas vueltas a una franquicia cuyo mayor valor es la sencillez. Viernes 13 ha funcionado de forma magistral cuando no era más que una proyección de las leyendas y cuentos contados alrededor de una fogata. Esperemos que el futuro nos reserve otro terrorífico Viernes 13.