Nueva adaptación cinematográfica de un personaje de cómic, Tom Hardy (El renacido, La entrega) se pone en la piel de Venom (Ruben Fleischer, 2018), mítico villano creado por Todd MacFarlane y David Michelinie.
Eddie Brock (Tom Hardy) es un periodista que se queda sin trabajo y sin prometida cuando le hace las preguntas equivocadas al millonario Carlton Drake (Riz Ahmed). Las ganas de vengarse de Drake llevan a Eddie a colarse en los laboratorios de la Fundación Life. Allí se verá infectado por un simbionte extraterrestre que le otorga grandes poderes. Poderes que necesitará si quiere seguir vivo cuando sea perseguido por la Fundación Life.
Veneno gozó de una gran popularidad en los 90, en el periodo de los dibujantes superestrellas, en que primaban las dobles páginas y las anatomías imposibles por encima de la historia. Aunque no tan alta como en su momento álgido, esta popularidad hizo que Sony, el estudio encargado de producir las películas de Spiderman, impusiera al director Sam Raimi su presencia en Spider-Man 3 (2007). Raimi no quería tener a Veneno en su película, no le gustaba nada el personaje, algo que se nota en el resultado final de esta tercera entrega, la peor de las dirigidas por Raimi. Con el reboot de la franquicia Spider-Man en 2012, se planeó crear un “spiderverso”, a imitación del universo Marvel, con distintos spin-offs. Entre estos proyectos se contaba con una versión cinematográfica de los Seis Siniestros y una película de Veneno. Sin embargo, el fracaso de The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro (The Amazing Spider-Man 2, Marc Webb, 2014) y el traslado de Spiderman a la Marvel parecía que había acabado con los planes de crear un spiderverso. Sin embargo, las posibles ganancias y poder retener los derechos del personaje resucitaron el proyecto de una película con Veneno de protagonista.
Lo que nos lleva a Venom. Originalmente concebida como una película para mayores de 18 años con la que Sony esperaba aprovecharse del éxito de las adaptaciones de Deadpool y Lobezno con esa misma calificación, el film de Fleischer está calificado para mayores de 13 años y no tiene la personalidad de los ejemplos citados. Así como su historia es algo predecible. Pero a pesar de sus muchos defectos, esta película acaba siendo bastante entretenida y divertida gracias a sus abundantes momentos absurdos y ridículos.
Muchas veces la capacidad de entretenimiento de una película va en inversa proporción a su calidad. Venom es el ejemplo perfecto de ello, siendo especialmente efectiva cuando intenta ser arriesgada y “adulta”. No es una cosa ni la otra, pero la película no lo sabe, siendo el resultado final un film que podría haber sido estrenado por la Cannon en los 80 (aunque imagino que entonces sí habría contado con los chorros de sangre que el film demandaba).
Si sois de aquellos espectadores que habéis entendido a lo que me refiero en los dos anteriores párrafos, dadle una oportunidad a Venom, puede que os sorprenda agradablemente. Y si le dais una oportunidad al film y también os acaba divirtiendo, quedaos hasta el final-final de los títulos de crédito.